domingo, 10 de noviembre de 2013

Consagrados para Dios



   La consagración I parte
Pastor: Rafael Olaciregui
Domingo 10 de Noviembre

Usted a escuchado de lo que es la santidad, la redención, la salvación hoy Dios le hablará de lo que es la consagración.

Si bien la santidad significa apartado, separado para  Dios, el ser redimidos significa ser rescatados ser comprados por Cristo.La consagración consiste en que Dios nos concede el honor de servirle.

Mateo 10: 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

II. La consagración es el resultado de comprender lo que es la santidad, la redención y la salvación.
La salvación nuestra costó la vida de nuestro Señor Jesús , el dejo todo y sufrió a causa nuestra, fue humillado,torturado y luego crucificado.

 Si una persona considera el servir a Jesús como un favor, y su fe en Dios como una cortesía hacia Él, será inútil hablarle sobre la consagración. 

Si alguien piensa así, no ha tenido un buen comienzo en la fe cristiana y, por ende, es imposible esperar que se consagre.

La enseñanza sobre la consagración se encuentra tanto en el Antiguo Testamento (Éxodo 28 y 29, y Levítico 8), como en el Nuevo (Romanos 6 y 12).

Nos debemos consagrar a Dios por dos motivos: el primero por amor a el por lo que Cristo hizo por nosotros y el segundo no somos nuestros somos propiedad de El.

En 2ª Corintios 5:14 dice: Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Se nos muestra claramente que el poder del amor del Señor es la base para que los hijos de Dios se consagren.

Nadie puede consagrarse a no ser que sienta amor por el Señor. Pero después que el amor está, la consagración será la consecuencia inevitable.

Pero la consagración no sólo se basa en el amor del Señor por nosotros, sino también en el derecho que él tiene sobre nosotros 

1ª Cor. 6:19  19 dice: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.


Para los cristianos de hoy la idea de ser comprado por precio tal vez no sea claramente comprendida. Pero para los corintios, era perfectamente claro. En aquel tiempo existían los mercados humanos, donde se remataban esclavos. Pablo usa esa metáfora para mostrarnos lo que nuestro Señor hizo por nosotros. Él pagó un gran precio: su propia vida, y nos rescató. Y hoy, debido a esta obra redentora, renunciamos a nuestros derechos y perdemos nuestra soberanía.

Por un lado, por causa del amor, escogemos servirlo; por otro lado, por su derecho, nosotros no somos nuestros. Servimos al Señor porque él nos ama, y lo seguimos porque él tiene un derecho sobre nosotros. Este amor y este derecho obtenido en la redención nos constriñen a entregarnos al Señor.

Una base para la consagración es el derecho legal, y la otra es el amor agradecido. La consagración está así basada tanto en el amor que sobrepasa el sentimiento humano como en el derecho, de acuerdo a la ley. Por esas dos razones, nada nos resta sino pertenecer al Señor.

El verdadero significado de la consagración

Ser constreñidos por el amor del Señor o reconocer su derecho legal no constituye todavía la consagración. Después de ser rodeados por su amor y reconocer su derecho sobre uno, debe dar otro paso, que lo llevará a una nueva posición.

Debido a que el Señor nos ama y nos compra, nos apartamos de ciertas cosas y vivimos para servirle a él y para él. Esto es la consagración. 

III.«Consagración» se puede traducir el oficio de servir al Señor. Esto es como prometerle al Señor: «Hoy me separo de todo para servirte, porque tú me amas.»

Suponga que un hombre compra un esclavo y lo lleva a casa. 

Al llegar a la puerta, el hombre, arrodillado, le dice: «Amo, tú me compraste. Desde hoy, con placer, atenderé tus palabras». 

haberlo comprado es una cosa, pero el hecho de que él se arrodille a sus pies proclamando el deseo de servirlo, es algo completamente distinto. 

Porque El lo compró, él reconoce su derecho; mas porque lo amó, aún siendo él quien es, él se declara enteramente suyo. Solamente eso es consagración. Consagración es más que el ver Su amor y más que saber que él nos compró: es la acción que sigue al amor y a la compra.

Las personas consagradas

Al leer Éxodo vemos que la consagración es algo muy especial. Israel fue la nación escogida por Dios (Ex. 19:5-6),  5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.

pero no llegó a ser una nación consagrada.

 Las tribus de Israel eran doce, pero no todas recibieron el servicio santo: sólo la tribu de Leví (Núm. 3:11-13) 12 He aquí, yo he tomado a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primogénitos, los primeros nacidos entre los hijos de Israel; serán, pues, míos los levitas. 

sin embargo, no toda la tribu de Leví estaba consagrada, ya que entre los levitas sólo se asignó el servicio santo a la casa de Aarón. 

Si alguien que no pertenecía a esta casa se acercaba, moría (Núm. 18:7).

Gracias a Dios, hoy somos miembros de esa casa. Todo aquel que cree en el Señor es miembro de esta familia. Todo aquel que ha sido salvo por gracia es sacerdote (Ap. 1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.). 

Debemos recordar que sólo pueden consagrarse aquellos que son escogidos por Dios como sacerdotes. Así que, Dios nos ha escogido para ser sacerdotes para ser miembros de esta casa, y por eso estamos calificados para consagrarnos.

El hombre no se consagra porque el haya escogido a Dios, sino porque Dios, lo escoge, lo ha llamado. 

Aquellos que piensan que le hacen un favor a Dios al dejarlo todo por EL no han comprendido y no se han consagrado. Debemos darnos cuenta de que nuestro servicio a Dios no es un favor que le hacemos a él ni una expresión de bondad para con EL . Tampoco es un asunto de ofrecernos a la obra de Dios, sino que Dios ha sido benevolente con nosotros dándonos el honor y el privilegio de servirle.

Dice en la Biblia que los sacerdotes del Antiguo Testamento vestían dos piezas de ropa, una para honra y otra para hermosura. (Ex. 28:2). En la consagración, Dios nos viste con honra y hermosura. 
Es el llamado que Dios nos hace a su servicio. Si nos gloriamos por algo, debemos gloriarnos en nuestro maravilloso Señor.

Para el Señor no hay nada especial en tener siervos como nosotros, pero para nosotros lo más maravilloso es tener al Señor. 

La consagración consiste en que Dios nos concede el honor de servirle. Debemos postrarnos ante él y decir: «Gracias, Señor, porque tengo parte en tu servicio. Gracias, porque entre tantas personas que hay en este mundo, me has escogido a mí como parte de este servicio.» La consagración es un honor, no un sacrificio. Es cierto que necesitaremos sacrificar algo, pero no existe conciencia de eso. La consagración está llena de sentido de honra y no de conciencia de sacrificio.

IV. La consagración es un honor, no un sacrificio. 

Es cierto que necesitaremos sacrificar algo, pero no existe conciencia de eso. 

La consagración está llena de sentido de honra y no de conciencia de sacrificio.









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