viernes, 7 de septiembre de 2018

La inocencia


Génesis 1:27........ Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.


El hombre y la mujer fueron creados en estado de inocencia, es decir, sin pecado, sin naturaleza caída, puro ante Dios Su Creador. Fueron colocado en un ambiente ideal, y fueron sujetos a una prueba absolutamente simple y sencilla de superar: obedecer al Padre.

La siguiente generación (sus hijos) nacieron con un conocimiento que no tuvieron los padres y de hay en adelante todo descendiente en su ser en sus genes tendrían una disposición a la rebeldía y a la desobediencia, lo cual les alejaba más de Dios.

Caín mato a Abel, porque este agradó a Dios al ofrendar lo que el Señor demandaba, agregando a sus descendientes una herencia aún más cruel, la violencia, la intolerancia, el derramamiento de sangre. La inocencia se había perdido por completo.

La maldad de las siguientes generaciones alejó al hombre aún más de aquel Huerto del Edén donde vivió en completa inocencia y lo acerco a el valle de "sombra de muerte" donde prefirió adorar a la montaña antes que al creador de la montaña, prefirió adorar al sol antes que al creador del sol prefirió adorar a toda forma de animales antes que al creador de los animales.

El gran problema de la humanidad es la herencia, estas maldades se heredan, miserable de mi decía el Apóstol Pablo quisiera hacer el bien pero en mi esta es hacer el mal.

Uno que que fue engendrado en el vientre de una joven llamada Maria nació sin esa herencia pues su padre es Dios mismo, nació siendo inocente, fue tentado en todo pero no peco, nunca desobedeció al Padre al punto de dar su vida en pago del castigo decretado sobre la raza humana.

A cambio de esto el Padre ofrece al hombre el ser declarado "inocente de culpa por maldades cometidas" al que se arrepienta sinceramente de ellas y acepte el Señorío de Jesús en su vida.

El Espíritu Santo enviado por Jesús actuará como un asesor, como un consejero, como un maestro en todos aquellos que le acepten, el no hará nada a la fuerza lo hará como al comienzo al libre albedrío.

Si quieres al asesor o guía de tu vida para seguir en inocencia de culpabilidad, sólo necesitas decir : perdóname Señor, me arrepiento de todos mis pecados, acepto el Señorío de Jesús en mi vida y la guía de su Santo Espíritu. 

ORACIÓN


Señor me arrepiento de todas mis maldades (pecados) acepto el Señorío de Jesús y la guía del Espíritu Santo. Quiero comenzar de nuevo con una vida que te agrade como la de Jesús tu amado hijo

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