Isaías 43: 1-2. “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti
Todos los días elegimos enfrentar las situaciones con miedo o con fe. Usted elige.
David, frente a Goliat, no tuvo miedo. El ejército de Saúl sí.
David lo enfrentó en fe. El ejército no. David dijo: “el Señor es la fuerza de mi vida, de quien temeré”. Él estaba conectado con Dios.
Adán cuando estuvo conectado con Dios, nunca se escondió. Pero sí lo hizo cuando se conectó con satanás. Es aquí, donde aparece por primera vez el miedo en la Biblia. El miedo no es natural, no procede de Dios. Cuando Adán escogió el miedo, escogió una ley que lo gobernara.
La fe y el miedo son leyes espirituales totalmente opuestas. La ley del espíritu de vida y la ley del pecado y de la muerte. ¿Bajo cuál ley se encuentra hoy usted?
Usted se conecta con Dios a través de la fe y se conecta con el diablo a través del temor. El diablo degeneró lo que existía y lo convirtió en opuestas a las cosas de Dios. El diablo no puede crear nada. Él no tiene poder creativo. Usted sí. Él es un ángel caído. Usted, un hijo de Dios.
Cuando aparece una de estas leyes en su vida, automáticamente anula a la opuesta. ¿Cuál está activa en la suya?
No tolere al miedo. El miedo tolerado es fe contaminada.
Usted conquista el temor cuando habla, actúa y conoce lo de Dios. El miedo se genera cuando desconoce las cosas de Dios.
Hoy puede elegir contaminar su fe o no, o si lo gobernará la ley del espíritu de vida o la ley del pecado y la muerte.
Está en sus manos conectarse con Dios o con el diablo. Con alguno de los dos siempre estamos conectados. Así que preste atención con quién camina diariamente.
Oración: Padre no toleraré al miedo y no contaminaré mi fe. Me conecto contigo Dios mío y venceré las circunstancias. Gracias. En el nombre de Jesús.
Padre, hoy me determino a creer a tu Palabra y utilizar ese poder espiritual que pusiste dentro de mí, que es la fe. No temeré a las circunstancia, te creeré a ti.
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