Isaías 60:1.....Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
La Biblia nos enseña que muy temprano se levantaba Jesús a orar, lo cual es hablar con Dios. En el primer instante de esa oración, lo primero era la adoración, luego la intercesión por los perdidos. Luego las declaraciones de poder que el Padre le enseñó.
Usted y yo debemos seguir su ejemplo, tomar las palabras dichas a nuestro favor y declararlas audiblemente, varias veces al día; una palabra para cada etapa o situación del día. ¿Qué tal esta antes que salga el sol? “Hoy me levantare y resplandeceré porque tu gloria está en mí. La oscuridad retrocederá. El que ande en oscuridad, hoy conocerá de Cristo, pues su luz está en mí.
El Señor nos enseñó que debemos orar en todo tiempo. A lo largo del día, la oración debe ser nuestra primera respuesta ante cada situación inquietante, ante cada pensamiento de ansiedad y las declaraciones ser usadas como una espada en defensa de palabras contrarias que nos puedan afectar.
La oración continua es, en esencia, dependencia del Padre y comunión con Él. Para los cristianos, la oración es como el respirar. No tienes que pensar en respirar, porque la atmósfera ejerce presión en tus pulmones y te fuerza a respirar. Es por ello que es más difícil sostener tu respiración que respirar.
Como creyente debemos estar continuamente en la presencia de Dios, constantemente declarando verdades, para funcionar plenamente.
Somos hechos a la imagen de Dios y Él lo creo todo por su palabra. Crea tu amanecer, tu día, tu atardecer, tu anochecer con declaraciones de poder en el nombre de Jesús.
Pablo urge a los creyentes a “Orar sin cesar” (Efesios 6:28) y a “perseverar en la oración,” (Colosenses 4:2). La oración continua, persistente, incesante, es una parte esencial de la vida cristiana y surge de la dependencia de Dios.
Oración
Declaro que Jehová es mi Dios. A Él solo adoraré; delante de Él sólo me postraré. No avanzaré, no caminaré si su presencia no va conmigo. Anunciaré que Jesús, su hijo, es mi redentor, y que por su preciosa sangre derramada, mis pecados fueron perdonados y soy libre
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