martes, 26 de julio de 2016

Día 206 Darle la Gloria a Dios


Lucas 17:11..........Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,  y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.    Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?   ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?  Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

En cierta ocasión, en su andar, Jesús se encontró con diez leprosos, dice Lucas 17:11: "Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.  Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!    

Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 

Uno de los propósitos del milagro es darle gloria a Dios. Dice el verso 18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?   

Darle la gloria a Dios no es solamente congregarse sino servirle en el ministerio. Si Dios resucita a un muerto y le devuelve la salud a un leproso, lo hace para que esa persona le honre sirviéndole.

¿Para qué Dios sana a una persona en un lugar especial y a través de alguien en especial? ¿Qué propósito tiene esto? Si todos los creyentes tienen el don de sanar, ¿por qué no siempre ocurre el milagro? ¿Recuerdan la historia del leproso Naamán? ¿Por qué en el rio Jordán? ¿Por qué con Eliseo?

La curación de Naamán el leproso ilustra la salvación que el hombre sólo puede encontrar en Jesucristo. Encontramos una serie de personajes que juegan un papel muy importante en traer personas a Jesús. 

Vemos un hombre que vive en una nación llena de idolatría y paganismo y cómo Dios, con su gracia y amor, lo alcanza en su aflicción para traerlo al conocimiento de ÉL. Y libertar a toda una nación.

En el Antiguo Testamento, los leprosos eran considerados inmundos: eran intocables. La lepra, según los cánones hebreos, constituía una señal clara de la maldición divina. 

El afectado debía vivir solo, apartado de toda compañía humana, indicando con vestimentas rasgadas y pelo despeinado su extrema angustia. Debía taparse la boca no sea que su aliento contamine, y debía proclamar ¡Inmundo, inmundo!

Y Jesús… ¡le toca! Le toca antes de sanarle. Le toca como muestra de solidaridad humana en su desdicha. Jesús rompe el aislamiento del leproso y lo vuelve a admitir a la sociedad humana. Le toca, desmintiendo el rechazo divino que presuntamente pesa sobre él.

La sanidad milagrosa no incluye salvación ni perdón de pecados. Dios sana personas que no creen en Él, que no le honran, que no le sirven. Éstas, por agradecimiento, deberían darle la gloria, reconociendo quien les sanó.

Dios también salva y perdona a personas que creen en la obra de Jesús en la Cruz, que confiesan, que se arrepienten, que tienen fe.......“tu fe te ha salvado” es una de las afirmaciones favoritas de Jesús después de sanar a alguien.
 
Declaración

Te doy la gloria en este día por sanar mi cuerpo y mi alma. Gracias porque por medio de tu hijo Jesús, por su llaga, he sido curado. Gracias por su sangre preciosa derramada para perdón y limpieza de mis pecados.

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