Hebreos 2:14-18 ........Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
El Dios todopoderoso, el Dios Espíritu, un día se hizo carne para participar de lo que participan sus hijos. Él quiso vivir en carne lo que vivimos nosotros; siendo rico se hizo pobre. El dueño del universo se hizo pobre, participando de lo nuestro para mostrarnos que se puede ser pobre y honrado. La pobreza no es excusa para hacer el mal. Jesús fue tentado en todo y no pecó en nada. Es posible ser hombre y decir no al pecado.
Hace poco experimenté en mi ser un gran dolor a causa de conocer el estado de pecado de una persona. Había escuchado y hoy estoy convencido que los dolores del espíritu son más fuertes que los del cuerpo. Si eso sentí yo por una persona, ¿qué sentiría mi Señor Jesús que cargó el pecado de todos los hombres?
Cuando él estaba clavado en la cruz, el dolor más grande no eran las manos y los pies atravesados por un clavo, ni la corona de espinas en su frente, ni los latigazos. El dolor más grande era ver al ser humano derrotado, humillado por el diablo, el cual se burla de nuestra condición caída. Él disfruta cuando tú estás caído, derrotado, en pecado, en un hospital, en una cárcel, en un hospital mental, tirado en un andén borracho. Eso le dolía a Jesús; esa era su angustia. Cuando las mujeres lloraban al ver a Jesús, él les decía: “no lloren por mi; lloren por sus hijos.
Jesús le arrebató el poder a satanás sobre nuestra vida. Si tú lo crees, hoy mismo puedes salir de la condición en que estás. Respetamos a los médicos y su ciencia, pero creemos que Dios tiene el poder para restaurar tu vida en milésimas de segundo, cambiar tu sangre, crear órganos nuevos.
Dice Hebreos 4:15 "y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre." Éramos sirvientes del pecado, del vicio, de las pasiones y, por consiguiente, esclavos del diablo. Él podía disponer de nuestra vida; tenía el imperio de la muerte. Mas Jesús le arrebató el derecho que Satanás tenía sobre nosotros y ahora quien tiene el poder es Cristo Jesús.
Isaías 9:2: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
Si de verdad te vuelves al Padre en este día, por medio de Cristo Jesús, tu vida será distinta, serás sano y libre de toda cautividad
Declaración
Padre, hoy me vuelvo a ti por medio de Jesucristo que tomó mi lugar en la cruz, creyendo que Él tiene el poder de librarme de la depresión, de la enfermedad, de toda atadura al pecado, y de librarme de la muerte; ésta ya no tiene poder sobre mí. Me declaro libre en el nombre de Jesús
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