Filipenses 1:9-11…Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
La palabra de ciencia es un don, un regalo de Dios, que consiste en conocer o saber algo que sólo Él conoce. Este don es muy hermoso y necesario en la iglesia. Aquel que lo posee puede, en ocasiones, sentir el dolor que alguien siente en alguna parte del cuerpo y decir: “Aquí hay una persona que tiene un dolor en cierta parte del cuerpo y el Señor le está sanando en esta hora”, y en realidad Dios le sana.
Otra aplicación de este don se manifiesta al sentir la tristeza, la depresión, la soledad o la decepción que otro está sintiendo. También puede captar el deseo de quitarse la vida, el accidente que alguien puede sufrir, lo negativo de algún viaje o la inconveniencia de algún negocio. Estas revelaciones evitan sufrimiento al pueblo de Dios.
Este don nos permite conocer algo determinado del pasado, presente o también, algo del futuro. Este don escudriña las profundidades del ser humano, revelando el estado espiritual, emocional y físico en que se encuentra.
Este Don se puede manifestar por medio de una idea espontánea que llega a nuestra mente sin previo procesamiento. También puede manifestarse por intermedio de una visión, un sueño, un sentir, un olor o por el oír una voz o cualquier sonido.
Ejemplos de manifestación de este don lo encontramos en las escrituras. Mateo. 1: 18-20 dice:
Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.
La diferencia que hay entre el don de palabra de ciencia y el espíritu de adivinación, es que este último necesita de elementos para obrar, la adivinación necesita de la palma de la mano, el café, la bola de cristal, el cigarrillo, el tabaco, caracoles, las cartas, el orín o una prenda perteneciente a la persona y la asesoría del diablo.
Mientras que el don de palabra de ciencia no necesita de ninguna muleta para operar; es dado por el Espíritu Santo de Dios a la Iglesia por medio de un hijo de Dios.
La profecía, que es otro don, es más grupal, mientras que la palabra de ciencia es personal. Un profeta da el mensaje sin destinatario definido, solo dice: “Así dice el Señor”, mientras que el de ciencia habla en forma directa a personas específicas, puede hablar con nombre propio.
Declaración
Señor, tu palabra me enseña que debo pedirte un don y que prefiera la profecía. Hoy te ruego, en el nombre de Jesús, me regales la palabra de ciencia y la profecía. Quiero escuchar tu voz, ser dirigido en todo por medio de tu Santo espíritu
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