jueves, 19 de noviembre de 2015

Despójate del pecado



Filipenses 2:5-8....Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;  y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.


Jesús es Dios y él gobierna desde la eternidad. Toda su vestidura es esplendorosa y, como todo Rey, tiene súbditos. Dice Apocalipsis 4:3 “Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.”

Él era adorado y reconocido en el cielo por  los Ángeles, querubines y serafines. 

El profeta Isaías dijo: "vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.

 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” (Isaías 6:1-3)

Cuando en la escritura dice “se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;  y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo”, quiere decir que Él se quitó su vestidura Real, abandonó su condición de Rey y tomó la condición de hombre.

Él no tenía obligación de abandonar su estado, la comodidad de su reino, por el hombre pecador. Sin embargo, en su infinito amor, él renunció a sí mismo y se hizo como uno de nosotros; se despojó para cubrirnos a nosotros.

Pablo pretende que ese sentir que hubo en Cristo de despojarse  esté en nosotros, los llamados "cristianos"; que abandonemos nuestra investidura, sea cual fuera, tal vez médico, arquitecto abogado, ingeniero o cualquier oficio que nos haga sentir importantes es esta vida  y que nos hagamos obedientes a Dios.

En Efesios 4:22. Pablo dice "En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."

Esa vestidura del nuevo hombre es la de Jesús. Él se despojó para entregárnosla a nosotros. Así como Jesús se despojó de sus vestiduras reales, Pablo nos anima, nos exhorta también a despojarnos de todas nuestras cargas, la mayoría de ellas, consecuencia del pecado. "Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante."



Oración


En el nombre de Jesús, me despojo de mi vieja naturaleza de pecado. Renunció a todo peso ocasionado por mi vida pecaminosa. Propongo renovar mi mente con la palabra de Dios, y ser de un solo sentir con Cristo Jesús

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