sábado, 21 de noviembre de 2015

Jesus se llevó nuestras enfermedades



Isaías 53:4....Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.



Siempre que la humanidad recuerda a Cristo, lo relaciona con el perdón de nuestros pecados y esta es una gran verdad. Jesús cargó en su cuerpo todos nuestros pecados y nos dejó limpios. No habiendo pecado en nosotros, no habría condenación ni castigo. La condenación y el castigo serían para Él.

"En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia"....(Efesios1:7)

Este perdón de Dios, y el no castigo, sólo se cumpliría si el hombre que escucha esta verdad cree y se arrepiente, se duele por sus errores cometidos y propone no volver a repetirlos.




Lo que la humanidad no recuerda, o en algunos casos ignora, porque nadie se lo ha mencionado, es que, en el proceso, antes de ir a la cruz, Jesús fue cruelmente torturado y en su cuerpo no quedó nada sano. Dice la Biblia en Isaías 1:5-6  "Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite."




La misma ley que actuó en nosotros para perdón de pecados es la misma que actúa para la sanidad de nuestro cuerpo. "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores"....." Y por su llaga fuimos nosotros curados." La misma fe que actúa para creer que fuimos perdonados actúa para ser sanados.

Jesús entregó su cuerpo por nuestra sanidad. Él lo profetizó en la fiesta de la Pascua antes de ser condenado, cuando, en medio de la cena, "tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí." 
(Lucas 22:19)



Su cuerpo golpeado es el pan tipificado en la Santa cena  y debe ser recordado por cada creyente y anunciado a toda criatura "que por su llaga (todo su cuerpo golpeado) fuimos curados."

Y que, además, nos da vida: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”(Juan 6:51)




Oración


Señor, creo en tu sacrificio por mí. Entiendo que tu sangre derramada fue el precio que pagaste por mi redención y liberación. Creo que entregaste tu cuerpo para que yo recuperara mi vida perdida a causa del pecado. Creo que por tu llaga hoy estoy sano. Gracias mi Jesús

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