Marcos 3:35....... Pues todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
El pasaje corresponde al momento en que Jesús se encontraba predicando a unas personas y llegó Maria su madre y los hermanos de él y le dijo uno: “He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar.”
Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
El mismo respondió... Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.
Dios siempre ha querido vivir en medio de una familia. El sueño de Dios es que la familia sea la extensión de su reino. La plenitud de la alegría, de la paz, de la abundancia y de la grandeza de Dios fue extendida a la raza humana a través de la primera pareja que Él creó. Si ellos hubiesen cumplido los principios preestablecidos por Dios, no habrían tenido necesidad de haber pasado por tantas dificultades tales como: el dolor, la enfermedad, la miseria, las tristezas, las desdichas, los desengaños, etc.
Igual si nuestro hogar hubiera sido fundamentado en oír, guardar y practicar la palabra de Dios nunca hubiéramos pasado por momentos de dolor, separación, abandono etc.
Es importante comprender la intención de Dios de redimir matrimonios y familias completas, restaurarlos a su plan original, y esto sólo se logra cuando la familia se vuelve a Dios por medio de Cristo. Para ello es necesario que, por lo menos, uno de la familia dé el primer paso de buscar del Señor, entendiendo por buscar de Dios el leer la Biblia, orar, asistir frecuentemente a una iglesia cristiana.
Hacer la voluntad de Dios es cumplir sus mandamientos, es ser guiado por su palabra.
Usted debería hacerse preguntas como esta: ¿será que mi vida agrada a Dios? ¿Será que la relación que tengo con tal persona le agrada? ¿Será que mis negocios están de acuerdo a los principio del Señor?
Oración
Padre, en este nuevo día, te pido perdón por mis pecados, y propongo hacer tu voluntad. Invito a Jesús, tu hijo, a vivir en mi corazón y en mi hogar. Propongo, a partir de este día, el oír, guardar y cumplir tu palabra
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