Salmo 73:2.......En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas por su muerte, Pues su vigor está entero. No pasan trabajos como los otros mortales, Ni son azotados como los demás hombres.
Quien escribe este Salmo es Asaf. Este hombre fue el director del coro en el templo de Jerusalén; era sacerdote, salmista y también un profeta; no era "cualquier persona"....Un profeta es uno que escucha nítidamente la voz de Jehová.
Era un ministro de Dios. Hubo un momento en la vida del salmista Asaf que perdió el equilibrio y la visión espiritual. Hubo un momento en su vida en que, por poner demasiada atención en la vida y prosperidad de los incrédulos, fue seducido, y esto le hizo caer en un peligroso desánimo. Un desánimo que hizo despertar en su alma la enfermedad de la envidia .
Estas cosas suelen pasar cuando uno quita su mirada de Dios y la pone en el impío que está aparentemente "bien".
El creyó, en su locura, que los arrogantes no pasaban por enfermedades, y siempre estaban con aspecto saludable; los veía libres del pesado trabajo para ganarse el pan, y que no padecían de los problemas comunes de todo hombre en la vida diaria. Mas aún, se regocijaban en su orgullo luciendo su violencia y toda su malicia, burlándose de todos los que oprimían .
En todo esto Asaf se dice así mismo: Esta gente, sin pasar por padecimientos ni fatigas, se hacen cada vez más ricos, y yo que estoy cada día consagrándome al Señor y limpiando mi corazón y mis manos de todo lo malo y profano, paso por enfermedad y toda clase de contratiempos en la vida ¿Para qué me sirve todo esto entonces?
Él trató de encontrar una razón lógica a esto, pero le fue imposible. En este punto, él estuvo a punto de caer, de resbalar, de dejarlo todo y seguir los pasos de estos impíos. Sin duda, vivió un momento delicado en su vida.
Asaf dice que, en la presencia de Dios, volvió a comprender de nuevo el destino de los malvados, pues Dios deja que los impíos obtengan su propio galardón , el destino que ellos mismos, conscientemente, han escogido . La gente que vive entregada a la maldad para conseguir riquezas y gloria en esta vida, en un momento dado les caerá la desgracia de repente y su fin será inmediato y demoledor.
El salmista reconoce que en esos días de confusión, su corazón se afligía y estaba amargado. Estos son los efectos que produce la envidia cuando en el corazón, porque esta nos hace desear el bien de los demás con toda pasión, sin tener en cuenta de qué modo o manera se tenga que obtener. La envidia nos hace también obrar de una manera irracional, es decir, nos comportamos como un animal y es en este estado cuando se hace lo que sea para conseguir lo que uno desea.
Al recuperar el trato y la intimidad con Dios, Asaf recobra la paz, la razón, y reflexiona diciendo: “tú me sostienes de la mano derecha, me guías con tu consejo, si estoy contigo nada quiero en la tierra, podrá desfallecer mi cuerpo y mi espíritu pero Dios fortalece mi corazón”.
No hagamos como la esposa de Lot que, por poner su atención en el mundo, se quedó en estatua de sal. Algo semejante le pasó a Asaf, él no quedó en estatua pero le entró el veneno de la envidia y a punto estuvo de caer .
Oración
Señor, ruego me perdones, pues he pecado contra ti cuando quito mis ojos de ti y los pongo en el impío, que prospera. Comprendo que para mí el bien es estar cerca de Ti. Hoy comprendo que debo mantenerme en tu santuario adorándote
No hay comentarios:
Publicar un comentario