Juan 3:8.......El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Hay enseñanzas, doctrinas, que afirman que el pecado no existe, que es un invento. Tratándose por ejemplo del homosexualismo, sostienen que los niños deben escoger su género, y que el adulto decide lo que mejor le parece. Todas estas afirmaciones son mentiras. Precisamente, Jesús vino a deshacerse las obras del diablo.
El pecado es algo malo que está dentro y que debe ser aborrecido, echado fuera en el nombre de Jesús.
La Biblia enseña que el hombre nace esclavo del pecado y necesita ser libre de tal yugo y que el diablo es quien le tiene atado.
El pecado estaba ya presente en el universo desde antes de la caída de Adán y Eva (satanás había pecado ya).
La Biblia, sin embargo, no se ocupa directamente del origen del pecado en el universo, sino que trata más bien del pecado en la vida del hombre y la solución de este y de cuál es el remedio, la solución, el tratamiento, como si fuera una enfermedad.
El que tienta es el diablo....usted no debe prestarse para tentar o provocar a ninguna persona, pues sería un instrumento en manos de satanás.
Santiago 1:3 dice: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido, entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Concupiscencias es: Apetito desordenado de placeres. Dios aborrece ese pecado, y es la razón de nuestras tentaciones.
El pecado ocasiona la separación del hombre de Dios. Romanos 3:23 dice: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
La Biblia relata que Adán y Eva andaban juntos en Edén, se paseaban y después de pecar, Dios les expulsó de su presencia para protegerlos.
La solución al pecado la encontramos al confesar nuestros pecados, arrepentirnos y aceptar a Jesús como nuestro salvador.
1 de Juan 1:9 "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad."
Declaración
"Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado."
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