domingo, 6 de agosto de 2017

El altar de agradecimiento.



Gene 8:20 Luego edificó Noé un altar a Jehová, y tomando de todo animal limpio y de toda ave limpia, ofreció holocausto en el altar.   

La historia es la siguiente: Noé, advertido por Dios de que un diluvio como juicio caería sobre toda la humanidad, construye un arca donde se salva él y su familia. Al salir después de cuarenta días, lo primero que hace es edificar un altar y dice la escritura: “tomando de todo animal limpio y de toda ave limpia, ofreció holocausto en el altar.”          

El holocausto es un sacrificio en el que la víctima se consume totalmente sobre el altar, sin que ninguna de sus partes sea reservada para otros fines. La víctima debía ser sin defectos.

Años atrás, yo no era cristiano; mi esposa sí y Dios le advirtió, como a Noé, de un peligro sobre nuestras hijas. Dios le dijo: “dile a las niñas que se quiten de la terraza porque se va a trepar un carro.” (Esto no tenía lógica. La terraza era de un metro de alto). Ella demoró unos segundos y nuevamente le habló el Señor en tono más firme. Ella corrió al sitio donde estaban y les dijo que se quitaran y, en cuestión de segundos, un camión perdió el control y se trepó en el sitio donde estaban las niñas. Gracias a Dios, fueron obedientes y no les pasó nada. Pienso que no solamente se hubieran perdido las niñas, nosotros, ante tal tragedia, no hubiéramos sobrevivido.

Yo entiendo a Noé. Dios le salvó a sus tres hijos y a su esposa de morir; estaba agradecido, por eso le ofreció un excelente sacrificio de acción de gracias y  buscó lo mejor para ofrecerle.

Si  el Señor no me concediera otro milagro, igual siempre estaría agradecido; si nunca me hubiera llamado al ministerio, igual siempre vendría a adorarlo, como oveja o como pastor. Los títulos no influyen. Estoy agradecido; por eso le consagré mi vida sin reservas ni condiciones. Le dije: “haz conmigo como tú quieras…” Recuerda, el holocausto es un sacrificio donde se quema todo, nada se reserva. La ofrenda de Noé fue un holocausto de animales limpios.

Romanos 12:1 dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”

Los antiguos ofrecían animales a Dios por sus vidas, siguiendo la ley de Moisés. Ahora nosotros nos ofrecemos a nosotros mismos, como un sacrificio vivo, santo a Dios, según la ley de Cristo.

Por lo tanto, entendemos que nuestra manera de vivir en Cristo, debe ser en total dedicación a la voluntad de Dios. Nos hemos de ofrecer del todo a Dios.

El mejor sacrificio, la mejor ofrenda que podemos ofrecer a Dios somos nosotros mismos. 

Declaración

Padre, en este día, te doy gracias por librarme del pecado, y de la muerte. Gracias por guardar a mi familia cada día. Hoy propongo ser ese sacrificio vivo, santo y agradable para ti. Pido que tu Santo Espíritu sea en mi ayudándome, guiándome en todo momento. Gracias por Jesús, tu hijo.

 

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