lunes, 14 de agosto de 2017

Momentos de oración a solas con Dios



Mateo 14: 22.......En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.

Debemos de tener momentos de oración a solas. Si el mismo Jesús los tenia, ¡aún cuanto más la necesitaremos nosotros…! Nos conviene "despedir" a la multitud: esto significa que debemos dejar de lado por un momento a las personas que nos rodean, o cualquier actividad que estemos realizando para ir a encontrarnos con Dios.

Dios siempre tiene el control y busca la manera de  actuar a nuestro favor. ¿Cuál sería la oración de Jesús en ese momento? Mientas los demás se encontraban en el mar, me atrevo a decir que su oración estaba dirigida a lo que estaba a punto de suceder: un viento fuerte azotaría la barca donde estaban los discípulos. Como buen intercesor, estaba pidiendo por sus discípulos y desde el principio, Él tenía todo bajo control.

Renunciar a la duda: esta va muy de la mano con el temor. Lamentablemente dudamos de nuestras propias capacidades y mucho más, dudamos de Dios. Aún Pedro, sabiendo que Jesús estaba cerca de ellos, se atrevió  decirle que le confirmara si en verdad era él quien caminaba sobre el mar, y aun así, Jesús no tuvo ningún inconveniente en demostrárselo.

Pero hay algo muy clave en esto. Debemos preguntarnos ¿qué era lo que estaba haciendo que Pedro caminara sobre el  mar? Tal vez fue  el  poder de Jesús  o  fue la fe que tuvo Pedro. Directamente, fue la fe que tuvo Pedro lo que le permitió dar unos pasos sobre el mar, pero la fe no le duró  mucho. Su fe no fue suficiente para llegar a Jesús. Pedro no llegó donde Jesús estaba,  porque, como sucede con cada uno de nosotros, le dio miedo y le faltó fe.

Constantemente le pedimos guía, ayuda, dirección, confirmación y soluciones a Dios, pero cuando tenemos esas respuestas nos da miedo afrontarlas, aun sabiendo que vienen de parte Él, o nos da temor emprender grandes cosas para nuestra vida ministerial y personal.

Imaginemos  a Jesús  y escuchémoslo decir aquella pregunta: “¿Por qué dudaste?” Pienso  que se hará la misma pregunta a diario y varias veces en  el día por cada uno de nosotros. No me imagino su cara de desconcierto y tristeza porque no confiamos en él cómo debe ser.

¿Quieres caminar sobre el mar? Inténtalo, con fe, sin duda alguna, sin temor, si miedo. ¡Adelante! , camina, ponle el pie a las adversidades, a los problemas, a tus enemigos; que cada paso que des sobre ese mar, sea para acercarte más a Dios y a lo que te ha prometido y no te falte  la fe, para que no  termines sumergido en el mar.

“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” Santiago 1:6

 
Declaración

A partir de hoy, Señor, subiré a ese monte a encontrarme contigo. Buscaré tu rostro, tu presencia; aprovecharé los momentos en los que esté a solas para adorarte. Ruego, en el nombre de tu hijo Jesús, que me aumentes la Fe.

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