jueves, 24 de agosto de 2017

Hágase su voluntad


Mateo 26:39.......“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.”

Constantemente estamos tomando decisiones y son ellas la que determinarán si llegaremos a ser el hombre o la mujer que Dios soñó. Hay decisiones que repercuten poco en nuestro propósito, pero hay otras que son determinantes.

En el pasaje de arriba, Jesús se enfrentó a una de esas decisiones. Hacer su voluntad o la del Padre a pesar de que eso le causaría dolor.

Si hoy le preguntara si usted está dispuesto a hacer todo lo que Dios le pida, seguramente me diría que sí. Pero es esa determinación la que tiene que mantener frente a la prueba de su voluntad.

Cuando hay algo que Dios le está pidiendo y a usted no le gusta, cuando le pide que abandone algún mal hábito, cuando le pide que perdone a esa persona que tanto lo hirió y que vaya a visitarla, cuando le pide que siembre ese dinero que por tanto tiempo estuvo juntando para comprarse lo que ha estado esperando, ¿qué va a hacer usted?

El objetivo de la prueba de su voluntad es que se vuelva más dependiente de Dios. Si usted se rinde y hace la voluntad del Padre, Dios sabe que puede confiar en usted para cosas mayores. Toda prueba de su voluntad tiene por detrás una promoción.

Busque la visión del Padre para su vida, y adopte los deseos de Dios como sus deseos, los pensamientos de Dios como sus pensamientos, los planes de Dios como sus planes. Recuerde, la voluntad de Dios es siempre buena, agradable y perfecta. ¡Hay gran ganancia en hacer su voluntad!

Tal vez cortar con una relación que no está en la voluntad de Dios le sea doloroso al principio, pero si Dios lo está guiando a hacerlo, hágalo.

Abraham sufrió retrasos en el propósito de Dios, complicaciones y dolores por hacer su propia voluntad y no exactamente lo que Dios le había dicho. Primero llevó a su Padre, luego tuvo conflictos con Lot y concibió a Ismael, el hijo de la voluntad propia. 

Sólo superó la prueba de su propia voluntad cuando Dios le pidió a Isaac y él no dudó. Dios no quería sacarle lo que le había dado, sólo quería su voluntad porque tenía grandes planes con su vida y necesitaba un hombre que los llevara a cabo.

Cada uno de nosotros somos frutos del triunfo de la voluntad de Dios. Gracias a Jesús, que no hizo su voluntad sino la del Padre, hoy podemos tener vida eterna y llevar a otros a los pies de Jesús.

Vale la pena decir: “Hágase tu voluntad y no la mía.”

Declaración
Padre, perdóname por todas las veces que he hecho mi propia voluntad. Me determino, con la ayuda de tu Espíritu Santo, a hacer Tu voluntad. Quiero ser confiable para Ti y llevar a cabo esos sueños tan grandes de bendición que tienes con mi vida. Quiero afectar a otros con esta misma bendición, en el nombre de Jesús

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