Salmo 19:1-3.......Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz.
Si alguien nunca ha leído la Biblia, si nunca le han hablado de Dios, al contemplar los cielos, las estrellas, la tierra y lo que hay en ella, toda la creación le hablara de un creador y su gloria.
Así debería ser nuestra vida que, aún sin palabras, las personas vean la gloria de Dios reflejada en nosotros: en paz, en salud, y en prosperidad, día tras día.
¿Cómo es posible que objetos inanimados, no parlantes, puedan contar de la gloria de Dios y nosotros con cuerdas vocales no?
Algo ha hecho Dios en nuestra vida que refleje su gloria. Por ejemplo, una sanidad milagrosa, o que nos haya librado de un accidente grave, o que, gloriosamente, nunca nos haya ido mal en la vida.
Dice el salmo: “No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Y sin embargo el firmamento anuncia su gloria.”
Diga: “tengo que ser un reflejo de su gloria, tengo que tener paz, salud, y prosperidad.”
¿Por qué digo paz, salud y prosperidad? Porque cuando Cristo está en una persona, lo primero que tiene que tener es Paz; lo segundo es la Salud. El deseo de Él es que estemos sanos; lo tercero es que tengamos prosperidad. Las bendiciones de Dios son integrales. Él dice: “así como prospera tu alma, quiero que seas prosperado en todo.”
Dos cosas son maravillosas: la palabra de Dios y su creación, la cual es el reflejo de ella. En el comienzo no existía nada, sólo el eterno Dios. Él empezó a pronunciar palabras y estas se materializaron.
El sol, en un ejemplo de obediencia, que a pesar de no tener oídos de ser inanimado, cada día cumple con la palabra de Dios, dando calor, dando vida a otros. Usted y yo deberíamos obedecer los mandamientos de Dios, pues tenemos razonamiento e inteligencia. El sol no.
La creación inanimada parece que se alegrara en cumplir su cometido; las suaves brisas parecen caricias de Dios.
Así las suaves palabras, las blandas respuestas que salgan de nuestra boca, deben ser bálsamo, deben producir en otros un buen efecto. Deberíamos estar siempre dispuestos para exhibir la gloria de Dios, no tenerla en lo oculto.
Usted podría estar escuchando su palabra y no mostrar su gloria por desobediencia y uno que no es oidor, podría reflejarla por el solo hecho de ser creación de Dios.
¡Debemos ser un reflejo de su gloria!
Declaración.
Yo quiero ser un reflejo de tu gloria Señor. Igual que el sol, que cada día cumple lo que tú le ordenaste, quiero hacer tu voluntad. Hablaré, no callaré, de lo que has hecho en mi vida y en mi familia. Contaré de los testimonios que cada día ocurren en la iglesia, las sanidades, los milagros y la gran provisión que nos has entregado.
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