viernes, 4 de agosto de 2017

Mira cómo hablas


Mateo 12:35....... El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.  Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

 Podemos expresar nuestros sentimientos o emociones de muchas maneras, pero una de los métodos que más empleamos son las palabras y ellas determinan lo que hay en nuestro corazón.

 A veces decimos cosas sin pensar, se nos salen palabras negativas, de atadura para otras personas y que aparentemente no causan ninguna relevancia, pero hacemos daño cuando hablamos mal.

 Cuando alguien nos habla mal, notamos que en el fondo de nuestro corazón se van anidando esas palabras y nos llenan de dolor, amargura, resentimiento. Lo mismo ocurrirá cuando le hablamos mal a alguien.

 Llegamos con tanta alegría donde alguien a contarle nuestras aspiraciones o lo bien que nos están saliendo las cosas y  por los comentarios que haga esa persona, si es egoísta, querrá dañar nuestros sueños, tratará de opacar nuestra fe. Pero si esa persona ama a Dios, podrá bendecirnos con sus palabras.

 Dejamos que las palabras de los demás nos amarren, nos amarguen la vida. Cualquier cosa que nos dicen nos entristece, nos desploma, nos desanima, nos aflige y lo peor de todo es que esas palabras son mentiras, engaños que el enemigo nos quiere hacer creer.

 Las palabras duelen dependiendo de quién las diga, pero hay veces que nos duele lo que dice cualquier persona que no nos conoce realmente. También suele suceder que las personas que más nos importan y que más queremos nos dicen cosas que lastiman.

 Trata en lo posible de cuidar cada palabra que digas y también la manera en como las dices. No aceptes, rechaza, cancela, en el nombre de Jesús, cualquier palabra de maldición, o de atadura que te lancen; échalas por tierra, porque hay uno más grande que todos, ese es Dios, y tienes que creer en lo que Él ha dicho que tú eres, no lo que la gente dice que eres.

 Tú y yo somos hijos de Dios, somos linaje escogido, pero tampoco podemos destruir la moral de nuestro prójimo, hablando mal, juzgando, criticando. El Señor nos ha mandado a que declaremos palabra de bendición, de gozo, esperanza hacia los demás.

 Declaración 

Señor, te ruego, en el nombre de tu hijo Jesús, que me guardes de proferir palabras incorrectas contra cualquier persona. Ruego que me des un corazón bueno como el tuyo. Enséñame a bendecir. Guarda también mi corazón de aceptar palabras que sean contrarias a tus promesas

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