domingo, 27 de agosto de 2017

Pensar con cordura de sí mismo


Proverbios 16: 18-19.......Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios.

 
Este es un tema serio y hay que evaluar nuestra vida a la luz de la Palabra para asegurarnos que el orgullo no esté tomando lugar.

El orgullo todos lo perciben, menos el que lo tiene.

Muchas personas se jactan de su humildad pero lo que en realidad tienen es orgullo. Piensan que ellos siempre caminan bien, nunca se equivocan y que por eso tienen la autoridad de poner a los demás en orden. En vez de dejar que el Señor Jesús sea la cabeza, ellos intervienen y hacen el trabajo. Emiten juicios sobre todos y exaltan sus propias obras, muchas veces adornadas con palabras del léxico cristiano. Pero su caída es sólo cuestión de tiempo.

1 Pedro 5:5 dice que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”

Romanos 12:3 “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

El Espíritu Santo nos ayudará a mantener un concepto correcto de nosotros  mismos. La Biblia nos exhorta a ser llenos del Espíritu Santo. Pero ¿cómo lograr esta  llenura? Primero que todo, pasando tiempos con Dios en oración, lectura de la Biblia y alabanzas.

 Humildad no es inferioridad, pero tampoco es arrogancia; es pensar y actuar en acuerdo al pensamiento de Dios.

 Examínese, y si ve actitudes de envanecimiento, pídale perdón a Dios. Recuerde que todo lo que tiene es por Su gracia, y si lo reconoce vendrá aún más.

Ordene sus pensamientos, su carácter y deje que Dios lo exalte cuando fuere tiempo. Esto lo liberará de caídas muy dolorosas que el enemigo intentará utilizar en su contra.

 Piense de sí con cordura; usted llegará al éxito por su fe. Al caminar en conformidad con Dios, la unción correrá como ríos de agua viva a través de su vida.

Declaración.

Padre, perdóname por todas las veces que actué con soberbia, con altivez. Me humillo hoy delante de Ti y pienso de mí en la justa medida que Tú lo haces. Soy tu hijo y camino en obediencia, en el nombre de Jesús

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