jueves, 3 de agosto de 2017

La moneda perdida


Lucas 15:8   ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.  Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.  

Hay tres parábolas en la Biblia que nos hablan de lo que se pierde y es hallado. Una de ellas habla de una oveja que se pierde de su redil, en la parábola de la oveja perdida; y el pastor va y la busca hasta encontrarla. Otra nos habla de un hijo que se va de la casa y arrepentido regresa, en la parábola del hijo pródigo;  pero la más impactante es la de una moneda que se pierde en una casa.

¿Cuántas monedas se han perdido sin salir de la casa? Porque la moneda no se perdió en la calle, el dracma se perdió dentro de la casa y es posible que estemos dentro de una congregación (iglesia) o de un sistema religioso pero perdidos en propósito. 

 Cuando el Dueño de nosotros no nos puede usar, cuando ese Dios Todopoderoso no puede emplearnos, cuando no podemos ser útiles en sus manos, somos como la moneda que se perdió en la casa; sabemos que está pero no me puedo comprar nada con ella. El Señor quiere encontrarnos para hacer una buena inversión con nuestra vida. 

Dice que la mujer encendió una lámpara e hizo una buena limpieza. Cuando nosotros nos perdemos del camino que Dios ha trazado para nosotros, necesitamos de su Palabra, la cual es una lámpara que alumbra nuestro camino.

Tenemos que limpiar de nuestra vida  todo  pecado. Esta mujer tuvo que remover todo para buscar el dracma  perdido. En una casa desordenada es más fácil que las cosas se pierdan, que un hijo se descarrile fácilmente. Tú debes tener Palabra y orden para que no se pierda nadie en tu casa.

Quien les escribe estaba perdido y no fue hallado en un templo; fue hallado en el patio de una casa con media botella de ron por  “alguien”  que se atrevió a predicar en medio de borrachos.   

Tenemos un valor superior al oro, la esmeralda, los diamantes, o las perlas pero escondidos o perdidos, a pesar del valor, no podemos  ser utilizados. Cuando somos encontrados por el Señor, hay un gran gozo en el cielo. Debes anhelar ser encontrado por el Señor pero también debes buscarlo. ¿Qué tal si, a partir de este momento, propones en tu corazón buscarlo en ruego y oración, si permites que otra persona te hable de su gran amor?


Declaración 

Señor, en este día me arrepiento de todos mis pecados, y de hacer resistencia a que otras personas me hablen de tu gran amor, al entregar a tu hijo Jesús por mí.  Sé que andas en mi búsqueda. Hoy rindo mi vida. Propongo buscarte como nunca antes. Sé que eres hallado de los que te buscan. Gracias por tu paciencia.

 

 

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