lunes, 3 de octubre de 2016

Dia 273 El Joven rico



Marcos 10:20.......Él, entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.


La escritura relata en el evangelio de Marcos sobre un Joven rico, el cual le pregunto a Jesús cómo heredaría la vida eterna. El joven consideró que él cumplía todos los mandamientos de Dios, pero Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz."

 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

Una actitud totalmente diferente, la del joven rico, a la actitud del ciego Bartimeo que abandonó su estilo de vida por seguir  a Jesús y obtener la vista y la vida eterna. El ciego llegó triste y se fue gozoso. El joven rico se había ido triste porque para él sus pertenencias eran más importantes que Jesús .

Un  mendigo ciego, de una ciudad bajo maldición, había llegado a una convicción más exacta y más profunda de la Persona y la Obra de Jesús que el joven rico. ¡Qué paradoja! ¡Mientras Israel era ciego a la presencia del Mesías entre ellos, un judío ciego lograba percibirlo con toda claridad!

Cierto es que cada vez que una persona quiere acercarse a Jesús, siempre encontrará  oposición. El primero que se opondrá será el diablo, colocando pensamientos incorrectos en nosotros. 

También la obra de personas: familiares, amigos que, con sus razonamientos incorrectos, nos tratarán  de impedir que lleguemos a Dios. Pero lo más grave será cuando nosotros mismos  en nuestros vanos razonamientos rechacemos a Jesús por los bienes o el oficio que poseemos.

Bartimeo es un ejemplo extraordinario de una voluntad firmemente decidida por acercarse a Jesús. Podemos imaginarlo en su situación de ciego, luchando contra toda aquella gente que le quería hacer callar, desorientado, sin poder ver exactamente cuál era la actitud de Jesús frente a su clamor, pero no cesó  en su empeño. 

Su determinación y perseverancia, en medio de las dificultades, son ejemplares para nosotros que muchas veces abandonamos la búsqueda de Dios por mucho menos. A él no le importaron los reproches de los que estaban a su alrededor, ni hizo caso del ridículo que su importunidad probablemente le acarrearía, porque, por encima de todo, estaba su deseo de conocer a Jesús.

Declaración 

Tendré determinación. Me acercaré hoy a Jesús; a Él clamaré. Nadie me detendrá, ningún comentario, ningún razonamiento; sólo Él me puede socorrer.

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