Éxodo 13:21-22...... Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.
La primera vez que la Biblia relaciona la presencia de Dios con una nube y una columna de fuego es en el momento que son perseguidos por el ejército egipcio.
Es una realidad que Dios está en todas partes. Él es omnipresente, pero la manifestación de su poder, de su gracia, de su presencia solo se encuentra sobre sus hijos obedientes. La nube no estaba sobre los egipcios; estaba sobre Israel.
Dios es el creador de todos los seres humanos. Somos sus criaturas amadas, somos sus hijos. Cuando lo rechazamos, perdemos la paternidad. El evangelio de Juan dice en el capítulo 1:11-13 " A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
La Gloria de Dios, Su poder, no estaba en los filisteos, estaba en Sansón; no estaba en un rey malvado, estaba en un Elías o en un Eliseo que le amaban.
Su Gloria es su presencia. Romanos 3:23 dice : "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
La gloria de Dios es, entonces, una manifestación sobrenatural de su tres veces santa presencia. Por haber pecado, Adam y Eva fueron expulsados de esa presencia de Dios, y todo ser humano, por ser descendiente de Adam, de la misma naturaleza pecadora, quedó destituido de la Gloria de Dios, es decir, de su presencia.
Estar destituidos de la Gloria de Dios significó para Adam muerte, tanto física como espiritual. En su diseño inicial, el hombre jamás moriría físicamente, pues, estar en la presencia de Dios, en su gloria, significa vida eterna.
Hay una única forma de atraer la Gloria de Dios a nuestras vidas y es a través del arrepentimiento de nuestros pecados y de aceptar a Jesús como nuestro único y suficiente salvador.
Declaración
Dios mío, hoy me arrepiento de haberte ofendido con mis pecados. Creo que Jesús fue castigado y muerto por mis rebeliones. Lo acepto como mi Señor. Anhelo tu presencia en mi vida. Nunca apartes de mí tu gracia
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