martes, 4 de octubre de 2016

Día 274 Jerico


Marcos 10:46..........Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!  Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!

Diga: “es necesario Salir de Jericó” (Jericó representa la ruina, la maldición, en este contexto).

Jericó fue aquella ciudad amurallada que en el pasado fue destruida durante la conquista de Israel. Sus muros fueron derribados milagrosamente por Dios y, en su lugar, quedaron ruinas. Luego fue reedificada en otro lugar, y fue levantada bajo una  maldición. 

Josué 6:26 dice: En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.

Muchas ciudades y pueblos se encuentran aún bajo una maldición del pasado. Sin embargo, Cristo Jesús está dispuesto a anular toda maldición....si estos permiten que Él les visite.

Al salir de Jericó, un ciego que, además de ciego era mendigo ( se puede ser ciego y no ser mendigo), literalmente gritó: ¡¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!  Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡¡Hijo de David, ten misericordia de mí.!

La mayoría de las personas que tienen una gran necesidad prefieren mendigar, pero este hombre, cansado de su condición, clamó a Jesús. Deberíamos seguir este ejemplo en medio de la aflicción....Dice la escritura: “clama a mí y yo te responderé,” dice el Señor. (Jeremías 33:3)

Note lo siguiente: el ciego dejó todo lo que tenía para seguir a Jesús. Algunos prefieren la condición en que se encuentran y no seguir a Jesús.

Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.

Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.  Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

Declaración 
Escaparé de la maldición; acudiré  a Jesús. El abrirá mis ojos; él me sanará, él me perdonará, él me dará paz, y vida eterna. A Él, y sólo a Él, seguiré y serviré

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