Apocalipsis 21:7......El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
El señor ha venido tratando con nuestra vida enseñándonos acerca del pecado. Es así como hemos estudiado las transgresiones, la soberbia, las rebeldías. Hoy nos dice lo terrible que es la incredulidad; la compara con el homicidio, la fornicación, la hechicería, y la idolatría.
Una Persona que nunca practicó estos pecados pero dudó, desconfió del Señor, al igual que los que pecaron de otra forma, su alma se perderá en el infierno.
Dios hizo a Adán con sus manos, y se paseaba con él en el huerto del Edén. Adán no le creyó al Señor cuando le dijo que si comía del árbol, moriría. Esto ocasionó la separación y posterior muerte de Adán, y la condenación de sus descendientes. Ofendió a Dios, lo rechazó, al desconfiar de Él.
Los hermanos de Jesús y todo el pueblo de Nazaret reconocían que Él era un hombre extraordinario, porque su sabiduría y sus hechos milagrosos eran irrefutables; sin embargo, tropezaban en no creer que fuera el hijo de Dios. Era demasiado familiar para ellos. Igual nos ocurre a nosotros: no podemos creer que él sea nuestro redentor.
La incredulidad es vivir por lo que los ojos ven y por lo que la mano palpa.
La incredulidad no ve la Mano que dirige la escena tras el escenario del mundo. La incredulidad es lo contrario a la fe.......La fe y la incredulidad: dos actitudes extremas; dos formas de vida opuestas; dos caminos con distinto destino.
¿En cuál de los extremos se ubica usted? No hay posiciones intermedias. Usted decide despojarse del estrecho racionalismo, de su mente calculadora, si renuncia a tratar de explicarlo todo con sus cortos alcances, y se abre al Espíritu de Dios. Tal vez reciba usted el don de la fe. Tal vez Dios quiera tener de usted misericordia y enriquecerlo de veras.
La incredulidad impide la liberación del poder y dominio de Satanás.
El apóstol Pedro dice que “somos guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (1 Pedro 1:5).
Juan 3: 18 dice: "El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Oración
Señor, te ruego, en el nombre de Jesús, ayúdame en mi incredulidad. Sana mi alma. Dame abundancia de fe. Regálame el precioso fruto de tu Santo Espíritu; nunca lo apartes de mí. Declaro que buscaré tu presencia como nunca antes.
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