domingo, 1 de octubre de 2017

La expiación y la reconciliación


Levítico 23: 27......A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

La palabra hebrea traducida como expiación en el antiguo testamento quiere decir “cubrir” o “esconder con una cubierta”. Los ritos y eventos de ese día para los israelitas eran símbolos de la obra de redención hecha por Jesucristo siglos después.

Ese ritual tenía  dos partes: La primera la ejecutaba el pueblo, tres millones de personas aproximadamente. Se afligían el cuerpo ayunando y  también afligían su alma confesando sus pecados.

El pueblo tenía que dejar todo trabajo y afligir sus almas en aquel día.  Eso indicaba arrepentimiento; la tristeza por haber ofendido a Dios. 

Hoy ninguno hombre puede ser salvo sin arrepentirse primero de sus pecados. El arrepentimiento produce temor y tristeza por haber ofendido a Dios.

La segunda parte la ejecutaba un hombre conocido como el sumo sacerdote. Él se quitaba su vestido elegante de sacerdote y se lavaba su cuerpo y se colocaba un vestido sencillo, tomaba un cordero confesaba sobre él sus propios pecados y después los del pueblo y sacrificaba “un inocente cordero” como si el cordero fuera culpable. 

En ese día, el sacerdote tenía que ministrar sólo; ningún otro podía estar en el tabernáculo. Tipificaba a Cristo, El tenía que expiar el pecado sólo; ninguno le tenía que ayudar ni acompañar en su tarea.

En ese día, el sumo sacerdote entraba hasta la misma presencia de Dios.  Esto representa su misericordia, porque en los otros días no podía acercarse así.  Ese día era la única vez en el año que un hombre podía entrar en el lugar santísimo; solamente el sumo sacerdote, podía entrar allí.  

Cristo vino a la tierra y tomó la forma de hombre; se despojó de su gloria celestial durante el tiempo de su humillación.

La palabra hebrea expiación en el nuevo testamento tiene un significa distinto: borrar. Mientras en el antiguo era cubrir, aquí es “borrar nuestros pecados por medio de la sangre derramada por Jesús”. 

1 de Juan 1: 9  dice "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros"


Oración

Gracias, Padre, por permitir que tu hijo Jesús entregara su vida como un cordero por mis pecados y el de toda la humanidad. Gracias por el poder de su sangre derramada que limpió mis pecados para siempre. Me arrepiento, con gran dolor, por haberte ofendido con mis pecados

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