lunes, 7 de noviembre de 2016

Día 307 Sigue tú a Cristo


Juan 21:22......Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

La historia es la siguiente: Jesús había hecho un llamado a Pedro para que este pastoreara la iglesia. En el llamado, el Señor le confronta en tres ocasiones diciéndole "Pedro, ¿me Amas?"

Pedro notó que detrás de ellos siempre había uno que les seguía a todas partes. Ese uno parecía dispuesto a tomar su lugar si él rechazaba lo que Jesús le ofrecía. Juan no necesitaba que Jesús le preguntara ¿me amas? Él siempre estuvo dispuesto a demostrar su amor a Jesús.

Se dice que Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el  calvario; los demás, incluido Pedro, le abandonaron, lo negaron.

Debe ser bien importante para ti seguir a Cristo, sin importar si otro lo hace o no. El motivo que te impulse debe ser el amor hacia Él, lo cual se reflejará en el amor hacia el prójimo.

En ocasiones queremos que nuestra esposa (o) nuestros hijos busquen de Dios, sigan a Cristo, pero ¿nosotros que? El Señor dirá: "sígueme tú" (Juan 21: 15-17)

Pedro se olvidó de sí mismo para fijarse en Juan, más que en lo que Jesús le había dicho.  Sintió curiosidad por saber qué sería el destino de Juan: quería saber si Juan habría de tener ciertos favores que él no tendría.  Se olvidó de sus propios deberes y no siguió andando.

Así hacemos muchas veces, muchos de nosotros.  Justificamos con las faltas de otros nuestras propias faltas. No es correcto detenernos porque otros se detienen, apartarnos de los caminos del Señor porque otro se apartó.

No es correcto dejar de asistir a la iglesia porque otros no asisten,  dejar de ofrendar porque otros no ofrendan, no cumplir con nuestros deberes porque otros no cumplen.

Nuestra salvación, nuestro servicio en la obra  y nuestro testimonio no debe depender de ninguna otra persona.

Así olvidamos que el que tiene que seguir andando no es éste, o aquel, sino que eres tú, que soy yo. Si cada uno hubiera seguido andando sin fijarse en el otro, a estas horas no cabría la gente en los templos. No debemos poner la vista en otros.

Oración
Señor Jesús, yo siempre seguiré tus pasos. No me apartaré de ti. Mis oídos estarán atentos a tu voz. Haré tu voluntad sin considerar que otro no lo haga. Ruego que en este caminar tu Santo Espíritu me guíe, me corrija, me enseñe.


No hay comentarios:

Publicar un comentario