martes, 8 de noviembre de 2016

Día 308 El Será nuestro amparo


Salmos 46:1-3.......Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.

Es muy importante tomar cada promesa de Dios y confesarla. Hay un gran poder en esto. Cuando usted no declara está dudando de Dios, y Él no se agrada de los que dudan de Él. "Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

El orar, declarando, produce una gran diferencia porque se basa en nuestra confianza en Dios: «Confiamos en Dios, pues sabemos que él nos oye, si le pedimos algo que a él le agrada. Y así como sabemos que él oye nuestras oraciones, también sabemos que ya nos ha dado lo que le hemos pedido» (1 Juan 5.14, 15).

El profeta Habacuc declaró: "Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza." (Habacuc 3:17-19)

Debemos estar muy seguros y confiados en que el Señor será nuestro amparo.

Esta promesa requiere de nosotros que, primero que todo, hagamos la declaración de fe de que, en el momento de la tribulación, Él estará con nosotros para ayudarnos.

Segundo, requiere el gozo, la alegría de sentir su presencia, el que Dios este con nosotros en medio de cualquier circunstancia,  por más terrible que esta parezca, es lo más importante para nosotros. Tendremos la certeza que Él nos fortalecerá, que Él nos ayudará, y que Él nos librará.

Tercero, requiere que no aceptemos el temor, ni la angustia. Estos, más que sentimientos, son espíritus que quieren perturbarnos para que perdamos la fe. Siendo un mover espiritual, hay que renunciar a ellos en el nombre de Jesús, nuestro salvador.

Declaración 
Declaro que no tendré temor por más adversa que sea la circunstancia por la cual atraviese. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Dios estará conmigo; su vara y su cayado me infundirán aliento, el gozo y la alegría de su presencia serán mi fortaleza.


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