Mateo 21:7.....y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.
Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: !!Hosanna al Hijo de David! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor! !!Hosanna en las alturas!...Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
La fama de Jesús se extendió en toda la nación de Israel y sus alrededores. Él había resucitado al hijo de una viuda en Naín; resucitó a la hija de Jairo y resucitó a Lázaro.
Había sanado a muchos leprosos, a muchos enfermos de distintos tipos de enfermedades, como el de la mujer del flujo de sangre, la epilepsia, la ceguera, etc.
Hizo milagros creativos en personas que no tenían ojos; otros no escuchaban; otros no caminaban desde que nacieron y en segundos les dio vista a los ciegos, oído a los sordos y levantó a los paralíticos.
Él echó fuera demonios en personas cautivas.
Caminó sobre el mar sin hundirse, y le daba órdenes al viento y al mar para que se calmaran; y lo más importante, perdonaba los pecados, lo cual se considera más grande que las sanidades y milagros.
Al entrar a Jerusalén el domingo llamado de "Ramos", le aclamaban, le reconocían como el Rey. Cuatro días después, el llamado "jueves Santo", parte de esta misma multitud que lo aclamaba....gritaba a una, diciendo: !!Fuera con éste, y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: !!Crucifícale, crucifícale! (Lucas 23:18).
¿Qué pasó? ¿Por qué en tan sólo tres días cambiaron de la alabanza a la condenación? Judas lo traicionó, los discípulos lo abandonaron y las multitudes le condenaban. La respuesta es que muchos de ellos actuaban sólo por una emoción; nunca hubo un agradecimiento, una entrega verdadera a Cristo.
Igual ocurre en nuestros días. Jesús es el mismo de ayer, de hoy y de siempre; aún realiza milagros. Al recibir un milagro, muchos lloran de la emoción, alaban a Dios y con el pasar de los días, se olvidan de quién los bendijo Esto es similar a los que después de tres días decían: “Crucifícale, Crucifícale!”
Declaración
Padre Santo, bendigo a Jesús tu hijo cada día y doy gracias por todos los milagros que ha hecho en mí. Gracias por redimirme mediante el sacrificio de Cristo Jesús. Por su llaga he sido sanado; por su sangre derramada, mi culpa fue borrada y por su padecimiento, hoy tengo paz
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