Mateo 15:29.......Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Aunque nuestra motivación de ser fiel a Dios y de seguir los pasos de nuestro Señor Jesús traerá una "recompensa", el principal motivo debe ser el amarlo, y el estar agradecidos por su salvación eterna.
El apóstol Pablo decía: "por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo."
Dejar una vida de adulterio, fornicación, o cualquier otro pecado, por querer agradar a Dios, traerá recompensas; una de ellas será la presencia del Espíritu Santo (o sea la presencia constante de Cristo en nuestras vidas) y cien bendiciones adicionales.
Pablo se refirió a tres incentivos diferentes que lo impulsaban al servicio a Dios. Dijo que servía a su Amo para hacerse agradable a Él: “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables” (2 Co. 5:9).
La segunda razón de Pablo para servir al Señor era el temor a defraudarle. Dice en 2 Corintios 5:11: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres." Dice Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Y La tercera razón es el amor a Dios.
Entre las recompensas de seguir a Cristo tenemos la vida eterna; “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24).
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Co. 9:24).
“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas” (Lc. 6:22-23).
La Biblia habla sólo de dos clases de personas. No se trata de blancos y negros, ricos y pobres o morales e inmorales. Los dos grupos son los salvos y los perdidos, es decir, los que conocen y han recibido al Hijo de Dios como su Señor y salvador, y quienes no lo tienen:
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:12).
Declaración
Te seguiré, Señor, todos los días de mi vida porque te amo y estoy agradecido contigo. No tengo como pagarte por lo que has hecho en mi vida
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