martes, 13 de junio de 2017

Dos puertas; Dos caminos


Salmo 22:1....... Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?    ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación     y de las palabras de mi clamor?  Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche no hay para mí descanso.  Pero tú eres santo,   tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; esperaron y tú los libraste.   Clamaron a tí y fueron librados;  confiaron en ti y no fueron avergonzados.

El rey David recita este salmo ante  una circunstancia de dolor de su vida. Cuando usted lo lee, se da cuenta que parte de este salmo es profético y hace referencia a los momentos de Cristo en la cruz:                                                                                                                             “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Menean la cabeza, diciendo: «Se encomendó a Jehová, líbrelo él; sálvelo, puesto que en él se complacía.”                                                                                                                            

Mi Jesús, mi Señor, mi Salvador, estando clavado en la cruz, veía cómo demonios en forma de perros, toros, leones se burlaban de él; y en esas condiciones, murió, orando al Padre: “Libra de la espada mi alma,     del poder del perro mi vida. Sálvame de la boca del león y líbrame de los cuernos de los toros salvajes.”

Uno de los requisitos para que Dios esté con nosotros en momentos difíciles es la alabanza: “tú que habitas entre las alabanzas de Israel.”  Un requisito para ser libre es clamar a El: "Pero tú eres el que me sacó del vientre, el que me hizo estar confiado  desde que estaba en el regazo de mi madre.  A ti fui encomendado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.”

En medio de la adversidad, o en medio del éxito, siempre se abren dos puertas que conducen a caminos distintos. En la adversidad puedes bendecir a Dios y proclamar confianza en Él o puedes maldecir a causa del momento.

En medio de los grandes logros o triunfos que obtengas puedes reconocer que el que te dio la victoria es Cristo o decir que es por tu capacidad. Estos caminos que se te abren te acercan o te alejan de Dios; tú decides qué puerta y qué camino sigues.

Declaración.

Padre, igual que el rey David, yo escojo confiar en ti. En los momentos difíciles, sé que estarás conmigo. Cuando obtenga victoria, sé que tú eres el que me la has dado.

 

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