miércoles, 7 de junio de 2017

Pureza en nuestra horma de hablar


Mateo 15:19.......Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.  Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
 
Somos seres espirituales contenidos en un cuerpo físico; lo que nuestra alma (corazón) desea es lo que expresan nuestros labios.
 
Si nuestro cuerpo está sucio, el mal olor será notado por las personas que nos rodean, por lo cual nosotros procuramos mantenerlo limpio, y lo vestimos decorosamente.
 
Nuestra alma (corazón) también se contamina, se ensucia, con el pecado, el resentimiento, la rebeldía, el orgullo etc. Nosotros debemos "limpiar" nuestra alma, no sea que  el "olor" contamine  a otros.
 
Debemos tener: "Pureza de labios, sin blasfemias, ni  mentira, ni palabra deshonesta, ni gritería, ni calumnias."
 
Lo que sale de nuestra boca contamina. El apóstol Santiago dijo: "Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.”
 
“Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.”
 
“Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.  De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.  ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” (Santiago 3:6).
 
El Señor  prometió en Sofonías 3:9: “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento."
 
Esto sólo lo lograremos por la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, invitando a Jesús a vivir en nuestros corazones.
 
Declaración
Señor Jesús, me arrepiento de haber pecado por medio de mis palabras. Perdona todos mis pecados; lávame con tu preciosa  sangre; limpia mi corazón, mi alma y mi conciencia de toda obra muerta

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