Santiago 4: 5-6........ ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
¿Cómo sabe usted que el Espíritu Santo mora en usted? Si le es difícil contestar esta pregunta, le hago otra: ¿hay una alabanza constante en usted? ¿Se ha despertado a media noche y se sorprende pues en usted hay una adoración hacia Dios? o ¿está usted haciendo un oficio y, en medio de la ocupación, está adorando a Dios? Si la respuesta es sí, el Espíritu Santo mora en usted.
Hay momentos en los cuales nos entretenemos en algo y nos sorprendemos de no estar pensando en Él.
Hay momentos cuando buscamos la presencia de Dios constantemente, pero hay otros cuando nos descuidamos y es entonces que él nos anhela celosamente. Este es un celo santo, parecido al de una madre cuando no ve a su pequeño hijo.
La Palabra también nos dice que el Señor es celoso porque somos suyos. Cuando tienes deseo por las cosas del mundo, provocas los celos del Espíritu Santo.
Santiago 4:4 nos enseña "!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”
Lucas 16:13 dice :"ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Cuando alguien le es infiel a su esposa(o), también provoca a Celos a Dios, pues "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (Juan 4:20)
Declaración
¡Qué hermosa revelación Señor, en este día, el saber que tú me anhelas, que necesitas tener comunión conmigo! ¡Qué egoísta he sido al buscarte sólo en medio de mis necesidades! ¡Qué infiel he sido al olvidarme de ti un día y dedicárselo a las relaciones con el mundo, provocándote a celos! Te pido perdón y clamo, en el nombre de Jesús, no quites tu Santo Espíritu de mí.
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