martes, 22 de diciembre de 2015

El accionar del Espíritu Santo de Dios


Éxodo 30:19.......Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar.


Aarón fue el primer sacerdote en ser ungido para una labor por Dios. Aarón debía confesar sus pecados  “consciente” de ellos (porque en la mayoría de los casos el hombre está pecando  y   no los reconoce).



Él se acercaba con un cordero, sin defecto alguno, a un altar en el cual había un fuego encendido, y reconocía sus pecados colocando sus manos sobre el inocente Cordero como si sus pecados pasaran al animal.

Luego lo sacrificaba y  lo quemaba totalmente. 


El Cordero  tipifica a Jesús, nuestro Señor, que llevó en su cuerpo nuestros pecados y fue sacrificado, tomando  nuestro lugar.

Luego tomaba parte de la sangre derramada y se dirigía al lugar santísimo (en el Tabernáculo), pero antes se lavaba con agua limpia en una fuente colocada a propósito antes de la entrada. Se colocaba vestiduras limpias, debido a que esto era un requisito para entrar a la presencia de Dios.



El agua en la fuente representa la acción del Espíritu Santo de Dios. Su palabra nos limpia; su consejo nos ayuda.

¿Qué tanta distancia pudo haber entre el altar y la puerta de la habitación de Dios? y ¿qué tiempo duró el recorrido para que este hombre necesitara lavarse?



Qué tiempo va a transcurrir entre el día que te arrepentiste de tus pecados y el día de tu muerte cuando tengas que enfrentar a tu creador?  Sólo el Señor lo sabe.

Pero sí sé que necesitas cada día de tu vida la acción del Espíritu santo que como el agua te limpie, que como consejero, te aconseje, que como niñero te cuide, que como guía te conduzca sino no vas a poder entrar a su presencia.



La sangre de Jesús tiene el poder suficiente para perdonar tus pecados en el instante que crees. Después no hay otra oportunidad porque Jesús no puede morir dos veces. Después necesitas la acción del Espíritu Santo.



El ladrón arrepentido colgado al lado de Jesús, no necesitó escuela bíblica ni discipulado, ni bautismo en aguas. Sólo necesitó morir tan pronto se arrepintió.

Pero los que estaban contemplando la escena, que con lágrimas se arrepintieron, necesitaron ir a las aguas bautizándose, estudiar la palabra  todos los días y ponerla por práctica, ser bautizados en el Espíritu santo y, cada día, dejarse guiar por El Espíritu Santo.



Oración


Declaro que, cada día de mi vida, me guardaré de no ofender a mi Dios con mis acciones. Me guardaré de  pecar, me bautizaré, estudiaré su palabra, seré discipulado en ella, buscaré la llenura del Espíritu  Santo y le serviré.

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