martes, 29 de diciembre de 2015

El ministerio de reconciliación



2 de Corintios  5: 17....... De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.  Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.    
 
En el jardín del Edén se estableció la necesidad de la reconciliación. Fue allí, en Adán y Eva, que la humanidad rechazó a Dios, abriendo así un gran abismo entre Dios y la humanidad, que sólo Cristo pudo cerrar.

Inmediatamente, Dios comenzó a reconciliar a la humanidad con Cristo proveyendo un camino para cerrar el abismo que crea el pecado.  En el sacerdocio del antiguo pacto Dios le dio a Israel un pacto que incluía un sistema de adoración con sacrificios de animales para proveer una ilustración clara de cómo el abismo del pecado se cierra a través de sacrificios sustitutos.
                                                                                                                                                                      Jesús es el centro del plan de Dios para la reconciliación. Todo en la Biblia señala hacia él: su vida, su sacrificio, su obra.

Dios tiene una parte para usted en su gran obra maestra de reconciliación.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios os exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconciliaos con Dios!" (2 Corintios 5:17- 20). Dios está haciendo un llamado, ofrece cerrar el abismo del pecado en la vida de las personas. ¿Cómo hace él este llamado? Por medio de personas como usted. Dios nos ha dado el ministerio de informar a otros como pueden encontrar la reconciliación que usted ya recibió.
 
Ministrar significa servir. El ministerio de reconciliación es nuestro llamado a servir de tal manera que la reconciliación mediante Jesucristo se dé a conocer y sea así disponible a otros.

En este maravilloso ministerio siempre hay necesidad de más servidores, personas que han sido reconciliadas con Dios y están dispuestas a alcanzar a otros.
                              
Mientras imitamos a Jesús estamos envueltos en el sacerdocio del nuevo pacto de la obra de Dios, no ofreciendo sacrificios de animales, pero ofreciéndonos a nosotros mismos como "sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Romanos 12:1).
                                                                                                                 
Cada miembro de la iglesia es un ministro de reconciliación.

Oración

Gracias te doy, Señor, por  tu hijo Jesucristo, mediante el cual fui reconciliado contigo. Gracias por creer en mi como un ministro de reconciliación para alcanzar a otros para salvación. Hoy acepto ese llamado y te prometo que daré a conocer de tu sacrificio a multitudes 

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