Salmo 25:1...... A ti, oh Jehová, y levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
Tenemos un enemigo en común: el diablo. Él odia a Dios y a los hombres. Él quiere ver al hombre avergonzado y en deshonra, comiendo de un tarro de basura, durmiendo en la calle, sin familia, sin bañarse; quiere verlo en un hospital mental, en la cárcel o en una clínica en cuidados intensivos.
La obra de Jesús es contraria. Él quiere vernos en honra. Él adereza mesa delante de nuestros enemigos. Él restaura las relaciones deterioradas entre esposos, padres e hijos. Él coloca a sus hijos por cabeza y no por cola en el lugar que ellos estén.
La palabra de Dios tiene promesas para sus hijos; una de ellas la encontramos en el libro de Isaías 41:11. "He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo."
Nuestra oración debe ser una oración de confesión, declarando quienes somos: "hijos de Dios", herederos de sus promesas. Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado. ¡Qué maravilloso, es creer en Dios, confiar en Él, estar seguro en su salvación! David dijo: “en ti he confiado.”
Cada hombre que camina con Dios, tiene ese testimonio. Los que clamaron a ti, fueron librados. Nuestros padres confiaron en ti y tú los libraste. Porque confiaron en ti, no fueron avergonzados. Jehová dice: no se avergonzarán los que esperan en mí (Isaías 49:23).
Esa es la confianza que tenemos, que cuando clamemos y seremos escuchados; esperaremos y no seremos avergonzados. Preguntaremos y no seremos confundidos. Si Dios está con nosotros quien contra nosotros.
El Rey David dijo: "Estos confían en carros (las carrozas haladas por caballos), y aquéllos en caballos (caballos que también iban protegidos con armaduras). Mas nosotros (sus hijos) confiamos del nombre de Jehová nuestro Dios, y de Él tendremos memoria" (Salmo 20:7).
Para nosotros hoy, la lección es que no debemos confiar en nuestras propias fuerzas, como el dinero, nuestra inteligencia, nuestra astucia etc. Estas pueden fallar en cualquier momento.
Oración
A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado,
No se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
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