viernes, 18 de diciembre de 2015

El bálsamo de Galad



Jeremías 8:22.....¿No hay bálsamo en Galaad?  ¿No hay allí médico?  ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?

Nuestro Dios es un poeta, un enamorado de su creación. Cuando él quiere referirse a ella, lo hace siempre mencionando sus cualidades.

Galad era una ciudad rodeada por una región montañosa.  Esta zona recibe suficiente agua anualmente  en el verano y la primavera. En ella se obtenían buenas cosechas de olivos y de uvas. En sus laderas se sembraba el trigo y de ciertos árboles se extraía un bálsamo medicinal muy conocido en aquellos tiempos.

De esta región salió el profeta Elías, usado poderosamente por Dios en milagros, sanidades y aún en resurrección de muertos.

En cierta ocasión, con motivo del pecado de Israel, a la cual el Señor la llama mi hija enferma (el pecado es como una enfermedad mortal, como el cáncer, la lepra etc.), Dios pregunta: “¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?”

Este bálsamo curativo tipifica, en cierto modo, a Jesús nuestro salvador, nuestro redentor, nuestro sanador y el que, con su sangre preciosa, nos lava de todos nuestros pecados.

¿Por qué, considerándose usted un hijo(a) de Dios, acudir donde el brujo, el curioso, o el chamán, si todos ellos trabajan con poderes del diablo? ¿Por qué no acudir al "bálsamo de Galad" que es Cristo, en el cual usted encontrará  no sólo la sanidad sino también el perdón  de sus pecados La Paz y la vida eterna?

¿Por qué ante una encrucijada, al no saber qué hacer o qué camino tomar, no consultar al que todo lo sabe, al que tiene conocimiento de todo nuestro futuro?

"A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí. He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está Jehová en Sion? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas?..........Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado" (Jeremías 8:18-21)

Dios es nuestro Padre y él se duele cuando, a pesar de que nosotros decimos conocerlo, no lo  tenemos en cuenta, y consideramos más al extraño, al maligno, que aquel que nos dio la vida y que pagó pie nuestro rescate.

Oración
Señor mi Dios, te ruego me perdones por todos mis errores (pecados) cometidos hasta el día de hoy. En el momento de mis debilidades no te tuve en cuenta, ni en la enfermedad ni en la tentación.  Hoy reconozco que, en Cristo Jesús, tengo perdón, sanidad, paz y vida eterna

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