viernes, 5 de agosto de 2016

Día 216 Siendo obedientes a la visión puesta por Dios


Hechos 26:19....... Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial,   sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

El hombre se guía por visiones.  Estas pueden ser  humanas, emotivas, diabólicas, o celestiales (de Dios). El  termino visión, desde la perspectiva humana, o de negocios,  es lo que nos dirige y guía a través de un largo plazo y nos lleva a donde debe estar una empresa en el futuro.

Hay empresas que las desarrollan bien y triunfan. Cuando se ejecuta una visión seguidos por la emoción se corre el riesgo de fracasar. Ningún empresario se dejaría seguir por una emoción. Él calcula y proyecta todo técnicamente y se asesora para no fracasar.            
                                                    
Una visión sería diabólica si, dejándose guiar por una falsa creencia o una falsa visión puesta por el mismo diablo, se llegare a ejecutar de forma tal que las personas se alejen de Dios.

Pablo tuvo una visión celestial y fue obediente a ella.  Pablo tuvo un encuentro con Jesús que transformó su vida. Si no tiene esa visión, Pablo hubiera seguido el rumbo equivocado que llevaba.
Los barcos y los aviones para dirigirse de un lugar a otro necesitan un rumbo. Este rumbo siempre se lo da una torre o “faro,” el cual emite una luz que los guía en medio de la oscuridad.

Los seres humanos necesitamos un faro que nos guié por el buen camino. Ese faro, esa luz es Cristo.  Él es el único que puede dar el rumbo correcto a nuestras vidas y ministerios.

Creemos en lo que dice Dios en la Biblia. En ella dice que cada uno de sus hijos tiene un ministerio, un cargo en la gran empresa que es la Iglesia, lo cual indica que hay una visión que  usted debe seguir.
La visión de Dios para nuestra vida clarifica su propósito, y nos prepara para tomar decisiones. No nos debemos mover por lo que dice el mundo si no por el propósito de Dios, su visión.              
                                                                                                                                                                                                 
No tener la visión de Dios para nuestra vida  nos puede llevar a muchos caminos errados. La escritura relata de dos hermanos gemelos, Esaú y Jacob, nacidos del mismo vientre, el mismo padre, la misma enseñanza, las mismas promesas de Dios pero la diferencia estuvo en que Jacob, al tener un encuentro con Dios, tuvo una visión correcta.

Igual, siendo todos hijos de Dios, y hermanos, necesitamos un encuentro con Jesús para tener la misma visión.

Declaración 
Seré obediente a la visión dejada por mi Señor  Jesús cuando dijo: "Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia

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