viernes, 12 de agosto de 2016

Día 223 Las incisiones y los tatuajes

Levítico 19:28........No haréis incisiones en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna. Yo, Jehová.

En la época del relato de Moisés existía la costumbre de que los hombres se cortaban para agradar a un espíritu demoniaco que les hacía creer que pertenecía  a un familiar fallecido.

En la época de Elías se herían para agradar a sus dioses falsos. Dice 1 Reyes 18:28 "Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos."

En estos días, en algunos lugares, las personas aún se golpean su pecho y la espalda con un látigo hasta derramar sangre para agradar, supuestamente, a un dios; otros lo hacen por pagar una manda (un favor concedido por el diablo).

Jehová, nuestro Dios, nunca nos pedirá que golpeemos nuestro cuerpo como pago por un "favor." Esto por una razón bien sencilla: nos ama como a hijos. ¿Usted le pediría a un hijo suyo que se flagele o que se golpee hasta sangrar en agradecimiento? Esto es monstruoso, es demoniaco.

En forma parecida, los dueños de ganado, los marcan con un hierro muy caliente causándoles un gran dolor a estos animales a cambio de poder identificarlos como suyos y poder reclamarlos si se pierden o si se los roban.

En épocas de Moisés y en tiempos de la colonización, marcaban a los esclavos como si fueran animales, los tatuaban o les colocaban aros en las orejas, la nariz. A esto se refiere el pasaje bíblico cuando dice "no imprimiréis en vosotros señal alguna."

En estos tiempos, algunos proxenetas (proxenetismo es el delito que consiste en obtener beneficios económicos a través de inducir a otras personas a la prostitución) marcan por medio de tatuaje a sus esclavas (o esclavos) con el fin de tener un mejor control de ellos en la calle.

En la mayoría de los casos, los tatuajes son pactados con demonios, seres espirituales que llevan a la prostitución, la drogadicción y el homosexualismo.

Declaración
En el nombre de Jesús, renuncio a todo pacto hecho por ignorancia o a propósito por medio de los tatuajes realizados en mi cuerpo. Declaro que soy un hijo(a) de Dios. No haré marcas en mi cuerpo ni lo afligiré  por medio de golpes y heridas.

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