martes, 2 de agosto de 2016

Día 213 La Visión de Dios


Habacuc 2:3.......Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.

La visión que está en nuestros corazones es la misma de todo creyente: “establecer el Reino de Dios.” Esto lo podemos lograr de diversas maneras, por ejemplo, mediante la predicación casa por casa (células), yendo por el camino, y en las congregaciones, por la predicación de la palabra.

 El diablo usa varios métodos para impedir el establecimiento del Reino de Dios. Hoy les menciono tan sólo uno: “la prosperidad de los necios.”

Proverbios 1:32 dice: “Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder."

Eclesiastés 5:13. dice: "Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal."
En las escrituras se habla de distintos tipos de prosperidad. Una es la que da el diablo (la de los necios); otra es la que da Dios. Estamos esperando un avivamiento. Está profetizado pero ¿cómo va a suceder este último avivamiento?

Este requiere de algo poderoso, algo que sacuda al mundo para apresurarlo. El profeta Isaías nos dice que este sacudir sucederá en un día.

 En el capítulo 47 de Isaías nos enseña que el espíritu de Babilonia debe ser expulsado. 
A través de las Escrituras, Babilonia siempre representó un espíritu de prosperidad, comodidad y placer y el espíritu babilónico es el mismo en cada tiempo, en el pasado y en el presente.
Distinto al espíritu de esclavitud de Egipto, el Espíritu de Egipto esclavizaba con trabajos pesados, no daba descanso, el de Babilonia todo lo facilita y da mucho descanso...
Isaías dice que no puede haber ningún avivamiento en los últimos días hasta que el espíritu de avaricia y falsa seguridad sea derribado.

 "Podemos orar por avivamiento, podemos clamar a Dios que derrame Su Espíritu, pero  si no renunciamos al espíritu babilonio  es imposible que el avivamiento se dé, a menos que sea el Señor quien lo quite."

Declaración 
En el nombre de Jesucristo, renuncio al espíritu inmundo de Babilonia, el cual corrompe, entretiene, y produce una falsa y necia  prosperidad. Acepto al Espíritu Santo de Dios, el cual me produce paz, seguridad y una sana prosperidad

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