sábado, 7 de enero de 2017

El crecimiento del Reino de Dios


Mateo 13:31....... “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.”

Todo comienzo es, primero, en el pensamiento de Dios. Mientras tanto, no existe. Luego será como una pequeña semilla. Jesús compara el reino de los cielos con una pequeña semilla, la cual es sembrada en un campo.

La palabra de Dios es como esa semilla; cuando es predicada a una persona, o a multitudes al mismo tiempo, la persona o las personas representan el campo.

Dice que el grano de mostaza es la más pequeña de las semillas, pero que cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, hasta convertirse en un árbol. Las plantas de mostaza que crecen en Israel, son arbustos muy altos, porque llegan a alcanzar, en ocasiones, los 4 y 5 metros de altura.

En la parábola del sembrador dice que el Reino se extiende por el acto de sembrar la semilla de la Palabra. Aquí vemos que el Reino crece de una manera oculta, por el proceso interno de la germinación de la semilla.

Aprendemos también que el Señor enseñó que el Reino no se manifestaría de forma inmediata, sino que lo haría según el horario establecido por Dios mismo, del mismo modo que la semilla sembrada no da fruto inmediatamente.

La parábola llama también nuestra atención sobre el hecho de que el avance del Reino no depende del hombre, que, de hecho, no llega ni siquiera a entender la forma en la que la semilla puede crecer ("crece sin que él sepa como.")

Marcos 4:26-29...Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado."

El labrador y el predicador son unos obreros. Ellos cumplen un oficio, pero el milagro del crecimiento es de Dios. La tarea del labrador en esta parábola consiste en sembrar la semilla y segar el fruto al final. El labrador no puede hacer nada para que la semilla crezca, poniendo así en evidencia la impotencia humana en el crecimiento del Reino de Dios.


Declaración
Sembraré la palabra de Dios en el corazón de todo ser humano, sin tener en cuenta qué clase de terreno sea. Oraré al Padre, en el nombre de Jesús, para que le de el crecimiento a esa semilla sembrada, Él tiene el poder de darle el crecimiento.

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