Mateo 5:4.......Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Se puede llorar por muchas causas; las más comunes son por emociones que nada tienen que ver con la salvación eterna, que sólo Jesús nos puede ofrecer.
En este juicio, Él ofrece consolación al que llora por una causa especial. Veamos algunos ejemplos en las mismas escrituras: 2 Pedro2:7-8: “Pero libró al justo Lot, abrumado por la conducta pervertida de los malvados, (pues este justo, que habitaba entre ellos, afligía cada día su alma justa viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos).”
El hombre que derrama su alma ante Dios en clamor, que se aflige, a causa de la maldad, del pecado de su pueblo y de su familia, que intercede por ellos, es un firme candidato para ser consolados por Dios.
Las escrituras dicen de una mujer llamada Ana: "ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. ( 1 de Samuel 1:10)
Ella no podía tener hijos; lloró, clamó a Dios y éste la consoló. No estuvo más triste. Dios le concedió, primero, un hijo, el cual dedicó a Dios (Samuel) y, en los años siguientes, Dios bendijo a Ana, y ella tuvo tres hijos y dos hijas.
Cuando alguien le clama a Dios es porque cree en Él. No son todas las personas que lloran las que serán bienaventuradas. Debemos entender que es el que se quebranta, verdaderamente, delante del único y verdadero Dios.
El mismo Jesús lloró a causa de las almas que se perdían por el pecado: “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo : ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” (Lucas. 19:41-44).
Y es por eso que Dios, el Padre, dijo: " Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores." (Isaías 53:10)
Declaración
Suba mi oración delante de ti como el incienso; el don de mis manos, como la ofrenda de la tarde. Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?
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