lunes, 27 de marzo de 2017

Cuida tu semilla


 Marcos 4:15.....Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones.                                                                                                                                               

Nuestro Señor Jesús nos enseña, a través  de la parábola del sembrador, que una vez nosotros  escuchamos la palabra de Dios, al rato, el enemigo de nuestras almas vendrá a arrebatarla, a contradecirla, y a confundirnos. Dependerá de nosotros mismos el resultado final.

La parábola trata sobre nuestra responsabilidad frente al mundo y nos enseña que tenemos el deber de cuidar nuestro corazón, que es el terreno sobre el cual la palabra ha caído.

La semilla hace referencia a la Palabra de Dios: "El sembrador es el que siembra la palabra" (Mr 4:14). El Reino de Dios comienza con la predicación de la Palabra y por eso debemos confiar en la predicación de la Palabra más que en cualquier otra cosa.

La Palabra de Dios, al igual que la semilla, tiene vida en sí misma. Allí donde se le da la oportunidad, demostrará su poder viviente en la producción de fruto.

Romanos 10:17 dice: "La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." Si perdemos la fe estaremos debilitados y no podremos enfrentar ni las enfermedades ni las tentaciones; ambas pueden quitarnos la vida.

La palabra de Dios nos da un rumbo distinto, nos hace nacer de nuevo.

"Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre." (1 de Pedro 1: 23)

Por último, notemos que el grano es igualmente bueno en todos los casos. La variación en el resultado depende enteramente del terreno en el que la semilla cae.

Una parte de la semilla cayó "junto al camino", en un terreno tan duro que no podía hundirse en el suelo, de modo que las aves pudieron comerla sin que hubiera dado señal alguna de vida. Hace referencia a un corazón endurecido a causa del pecado o de ignorar en el pasado la voz de Dios.

Oración
Señor Jesús, te prometo que guardaré  mi corazón para ti y guardaré tu bendita palabra; la atesoraré. Guardaré tus dichos para no pecar contra ti. No prestaré mis oídos al enemigo de mi alma. Ruego, en el nombre de Jesucristo, para que tu Santo Espíritu me dé la sabiduría y el discernimiento necesario para no ser engañado

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