miércoles, 1 de marzo de 2017

Prólogo


Hace algunos años conocí, en la puerta de la empresa donde laboré por muchos años, a un hombre que no tenía conocimiento alguno de Cristo. Vivía en una choza en las afueras de la ciudad. Su oficio: vendedor de chance, a lo que, en ese entonces, le llamábamos la “bolita”.

 Este hombre, de aproximadamente cincuenta años de edad, vivía solo. Un día no apareció más. Al pasar las semanas, decidí buscarlo y lo encontré enfermo. No se podía levantar de la cama a causa de fuertes dolores en sus articulaciones, posiblemente artritis. Este hombre no tenía familia, ni recursos económicos, ni seguridad social, ni cómo ir donde un médico.

Después de orar por él, le puse por tarea efectuar diariamente el Devocional. Sólo tenía que escuchar la palabra, o leerla, y meditar en ella. En sólo unos días, milagrosamente recobró la salud. Desde entonces, trabaja en una empresa y le sirve al Señor.

Mis hermanos, la palabra de Dios, cuando es meditada, produce sanidad a nuestro cuerpo y paz a nuestra alma. (Proverbios 4:20-22)

Es el momento de que usted empiece a buscar a Dios como nunca antes, que saque tiempo para leer y meditar las escrituras. En el momento que decida reconciliarse con Dios por medio de Cristo  Jesús, la Paz que no entiende el mundo vendrá a usted.

Queremos animarle a que todos los días de su vida, en la mañana al despertar, ore y haga un Devocional. Este  libro es una guía. Léalo, piense y medite en lo que está leyendo y después nos cuenta cómo ha mejorado su salud o cómo ha progresado su alma. Queremos escuchar su testimonio.

Le bendecimos en el nombre de Cristo Jesús y declaramos el cumplimiento de las promesas de Dios para su vida.

Rafael e Inés de Olaciregui
Pastores.

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