Lamentaciones 3:52-57.... Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué; ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí; aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda; oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.
Jeremías tiene la oportunidad de recibir un mensaje directo de Dios para su pueblo. En él, le anuncia que debían arrepentirse de sus pecados. Esos pecados básicamente eran dos...."Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua" Jeremías 2:13
Pero el pueblo no se arrepiente no presta atención a lo que escucha, más bien castiga al que anuncia que deben arrepentirse y volverse a Dios. Uno de esos castigos fue meter a Jeremías en un foso y desde ahí, él invocó a Jehová en medio de su aflicción.
La nación de Israel, siendo conocedora de Dios, un día decide abandonar a su único Dios. Esto traería consecuencias; Jeremías lo sabe y esto le aflige, por lo cual se quebranta en doble manera: una por su pueblo, su gente su familia y otra, por él mismo, que es golpeado y abandonado en un hoyo oscuro lleno de agua.
La situación de Jeremías era terrible, mas quiero que notes que aun en medio de la aflicción, al ser rechazado por su familia, ser condenado, ser castigado por su propio pueblo, este hombre invocó, llamó a Jehová y, no solo eso, intercedió por los que le hacían mal.
"Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado". (Jeremías 14:7)
Jeremías hizo propios los pecados de su familia, los tomó como suyos y los confesó "
El consejo de Jeremías cobra hoy vigencia ante la situación de nuestros seres queridos, los vecinos, los amigos, los conocidos nuestros, que sabemos que padecen por causa del pecado....", levántate da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor; Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles”(Lamentaciones 2:19).
Jeremías afirma: "el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; (Lamentaciones 3:32)
Oración
Señor, te ofreceré sacrificio de alabanza, e invocaré tu nombre en el tiempo de la aflicción... Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en ti confió. Confieso que, a causa de mis pecados es mi aflicción y me arrepiento. Hoy te entrego mi corazón
Rafael Olaciregui
Centro Cristiano de Colombia
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