martes, 14 de marzo de 2017

La restauración del pecador


Luca 7:44-46....."Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies”
                                                                                                                             
Sin que usted sea cristiano o sin pertenecer a un grupo religioso, aún sin tener conocimiento de la Biblia o de Dios, cuando usted ha pecado, ha notado en usted un sentimiento de dolor por lo que hizo. ¿No se ha sentido como si usted no "valiera" nada? ¿No se ha sentido vil?

Probablemente la mujer de este relato había realizado una o varias veces la misma acción para que el pueblo la llamara "pecadora" y estaba moralmente destruida, necesitaba  restauración.

El  relato es el siguiente....."Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.

El primer paso para nuestra restauración es buscar y acercarnos a Jesús y aun, sin palabras, derramar nuestro corazón ante Él, reconociendo nuestros pecados (la Biblia los considera como errores).

El segundo paso es obligarnos a nosotros mismos a adorar al único que puede perdonar y restaurar. En esta porción bíblica el Señor Jesús expresa cómo la adoración de esta mujer fue mucho más allá de la “atención” de Simón el fariseo, el cual también era pecador. Jesús destacó y valoró la adoración de la mujer “pecadora”, por encima de los formalismos de Simón el fariseo.

Consideremos, entonces, aquellos factores que componen la restauración: ella se esforzó y perseveró, pues se desplazó hasta la casa de Simón el fariseo y tuvo que vencer algunos obstáculos; era la casa de un  fariseo, y no sería bienvenida por ellos. No había sido invitada, tuvo que vencer su sentimiento de indignidad, entre otros.              

En tercer lugar, vemos una decidida disposición a pagar un precio. El contexto nos habla de “un frasco de alabastro”. El alabastro era de mucho valor, su contenido era “perfume”, sin duda alguna. también de gran valor. No le interesó a la mujer su precio; lo derramó en sus pies.

En cuarto lugar, vemos en la mujer una actitud de humildad (el texto bíblico nos dice: “a sus pies”). Jesús transformó completamente la vida de esta mujer, la perdonó y restauró su autoestima. Ella salió justificada, aceptada y honrada por Jesús mismo. Este es el resultado de un encuentro con Jesucristo.

Oración
Padre, reconozco que he pecado contra ti. Hoy me postro ante tus pies, suplicando tu perdón y suplicando que restaures mi vida, mi hogar, mi relación, primero contigo y después con las personas a las cuales ofendí o dañé en mi desconocimiento absoluto de ti. Gracias por Jesús, quien tomó mi lugar en la cruz.

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