miércoles, 5 de abril de 2017

Morir a la naturaleza carnal y dar vida a la espiritual


Colosenses 3:5,6 dice: “Haced morir pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría, cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia”.

Tenemos dos naturalezas, una espiritual y una carnal. Éstas luchan entre sí por dominar la acción de nuestro cuerpo, tratando de dirigirlo, como una embarcación con dos motores, uno empujando en un sentido y el otro en el opuesto. La embarcación tomará el rumbo del motor más poderoso, del que tenga más combustible.

Al nacer todo ser humano, genéticamente, por herencia de sus antepasados, viene con una programación al  mal así como algunas enfermedades que son hereditarias. De igual forma, algunas iniquidades son repetitivas.

Si usted piensa que una vez que tenemos a Cristo en nuestro corazón, Él nos cambiará por completo de forma automática; si creemos que nosotros no tenemos que hacer absolutamente nada para cambiar nuestra conducta, que simplemente tenemos que esperar y seguir esperando hasta que Él nos transforme, quiero decirle que el díablo le tiene engañado. Recuerde: “Haced morir pues, lo terrenal en vosotros.....”

Al creer que Jesús nos perdonó todos los pecados y los sepultó en lo profundo de la mar, al creer que nos redimió y con su sangre nos lavó, estamos en lo correcto. Eso es lo que dice su palabra. Si usted ha creído es libre, pero usted tiene que tomar voluntariamente todos los días una acción, una decisión:  no alimentar su naturaleza carnal, hacer que ésta muera quitándole el alimento, el combustible que le da la fuerza. 

¿Cómo se hace? ¿Cómo muere lo terrenal en mí? Sencillo: busca a Dios y su palabra de día y de noche, medita en ella y obedécela. Alimenta tu espíritu en lugar de tu carne, ejerce el dominio propio que hay en ti. No hagas algo que sabes que es incorrecto,  somete tu carne y haz lo bueno.

Son bienaventurados, dice Cristo, aquellos que están buscando siempre la llenura del Espíritu Santo...Dile,  „dame, dame más de ti Señor”.....Así también clamara tu espíritu por pureza, y por santidad, una vez que ha aprendido a tener hambre y sed de su presencia. El mismo Espíritu Santo te induce a anhelar una rectitud con Dios; y, habiendo despertado su conciencia, no puede descansar hasta no haber alcanzado esa condición. 

El hombre saciado desea ardientemente ser recto en sus sentimientos y en su conducta hacia Dios; ansía con vehemencia conocer, obedecer, orar, alabar, servir y amar a Dios rectamente. No puede descansar hasta no tener la relación debida con Dios y con los hombres. 

El Señor anhela saciar tu hambre y sed. Él se manifestará si te acercas y permites que llene tu vida.

El Señor Jesús dice: "Yo soy el pan de vida;  el que a mí viene,  nunca tendrá hambre;  y el que en mí cree,  no tendrá sed.  (Juan 6:35).

Oración 
Hoy decido hacer morir lo terrenal en mí. No alimentaré las pasiones incorrectas. Me apartaré de personas y situaciones que inducen a pecar. Me acercaré a Dios por medio de su palabra, de personas que le aman. Provocaré su presencia mediante mi alabanza. Buscaré la llenura de su Santo Espíritu.


1 comentario:

  1. Gracias por su mensaje. Es de bendición para mi vida y me hacía falta en este momento. Que Dios lo siga bendiciendo y usando ☺

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