sábado, 1 de abril de 2017

Toda Victoria se logra en el altar de oración



Mateo 26:36.....Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní,  y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí,  entre tanto que voy allí y oro


Getsemani  significa  “Prensa de aceite”, “molino de aceite”  y estaba localizado en el monte  de los olivos, frente a Jerusalén. Era un huerto de olivos. Allí se hallaba una  planta procesadora de aceite. En ese lugar machacaban  las aceitunas para sacarles el aceite. Era uno de los lugares preferidos de Jesús para orar.

 Allí, en oración,  Jesús llegó al Padre suplicando que pasara por alto lo que sucedería en unas horas. Sin embargo, manifestó, además, su deseo de que se hiciera siempre la voluntad del Padre y no la suya propia. Fue el lugar donde sufrió el proceso espiritual, donde se le machacó, se le exprimió  para que saliera de Él un aceite nuevo, fresco, para lo unción  de todo aquel que más tarde creyera en Él.

Getsemaní  se convirtió en un altar donde, en oración, Jesús sufrió la agonía interior, su lucha con su yo, el conflicto entre su carne y su espíritu. Fue el lugar donde se desesperó y combatió con la  ansiedad. Fue el lugar testigo de su tristeza, angustia y lágrimas. Allí tuvo él un sufrimiento espiritual previo a la crucifixión por los pecados del hombre. Él murió  primero a sí mismo en ese lugar.

(Los dolores del alma y del espíritu son superiores a los físicos. Duele más el menosprecio, la traición, y las humillaciones que cualquier golpe).

En  la oración hecha en Getsemaní, Jesús no solo crucificó sus emociones; también peleó con los poderes de  las tinieblas y venció. Él experimentó los sufrimientos del alma en ese lugar y, en la cruz, los sufrimientos  físicos. Su agonía se debió a que todo el peso del pecado de la humanidad fue puesto en Él y los llevaría “en Su propio cuerpo” a la Cruz.

Si usted quiere experimentar cambios considerables para bien en su vida, en su relación con Dios y las personas, en su negocio, usted necesita ofrecerse a Dios, rendirse en oración como lo hizo Jesús, que usted con sus palabras le diga: “Señor, te entrego mi vida”.

No es suficiente con ser miembro de una iglesia cristiana. No es suficiente tener un ministerio u oficio en una iglesia. Es necesario entregarse en espíritu, alma y cuerpo al Señor.

Todo cambio comienza en un altar. Jesús, para poder ir a la cruz, primero se entregó en un altar de oración al Padre en el huerto de Getsemaní.

Un altar es un lugar donde se ofrece sacrificio. La oración de altar debe ser continua. En ella, usted se desconectará de lo natural y logrará lo sobrenatural.


Oración 
Señor Jehová, mi Dios, te prometo que cada mañana, antes que salga el sol, me postraré a tus pies; te bendeciré; exaltaré tu nombre; reconoceré quién tú eres; reconoceré la obra de Jesús tu hijo; seré un sacrificio vivo para ti. Abriré mis oídos y mi corazón para hacer tu voluntad

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