martes, 2 de febrero de 2016

Promesa día 32 El nos librará de la muerte



Apocalipsis 21:4.......Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

El pecado ha sido el causante de nuestro llanto y de nuestro dolor. La muerte física es un resultado también del pecado. Dice la escritura: "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." Romanos 6:23.

La palabra de Dios nos enseña que la muerte física de una persona puede ser el paso a la vida eterna, lo cual es vivir con Dios nuestro creador eternamente. Esto se cumplirá si estando vivos nos arrepentimos de todos nuestros pecados y aceptamos a Jesús como nuestro salvador.

La muerte física también podría ser el paso a la muerte eterna, lo cual significa estar separados de nuestro creador y de su hijo Jesús eternamente. Nuestro ser espiritual es inmortal. El concepto muerte eterna en la Biblia se refiere a la separación eterna del creador.

El Señor promete librarnos de la muerte eterna. Ya sabemos que la condición para que esta promesa se cumpla es el arrepentimiento en vida. No existe rezo, ni ninguna clase de ofrenda o pagos que se puedan realizar para cambiar esta condición después de la muerte física.

Juan 5:28-29, "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación".

Él ha prometido el fin de la muerte, la aflicción y el dolor. Está en la Biblia, Apocalipsis 21:4, "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."

El pecado separa al hombre de Dios (Romanos 3:23). Pero Dios promete "vida eterna en Cristo Jesús" (Romanos 6:23). Arrepentirse es cambiar de dirección y tomar por el verdadero camino, que es Cristo.


Declaración
Hoy me arrepiento de haber ofendido a Dios, mi creador, con mis actuaciones pecaminosas. Declaro que no continuaré en el pecado, abandonaré toda relación incorrecta y seré obediente a la palabra de Dios. Declaro que Jesús es mi Señor y salvador

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