lunes, 15 de febrero de 2016

Promesa día 46 Él abrirá las ventanas de los cielos



Malaquías 3:10.......Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

La promesa es "abriré las ventanas de los cielos  y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." Esta es una promesa agridulce, para algunos. Dulce en el sentido que a todos nos gustaría ser bendecidos en sobre abundancia, y agria porque nos "toca" pagar al Señor algo de lo que recibimos de Él.

La manera más fácil de entender el pago a Dios del diezmo es creer lo que dice el Señor: "abriré la ventana de los cielos." El diezmo simplemente es una llave que tú puedes utilizar o no utilizar. Aún más, el mismo Señor dice: "probadme en esto." 

Es el método de Dios utilizado para bendecirnos. Es algo que simplemente  hay que hacerlo por obediencia y esperar los resultados.

Recuerda cada promesa de Dios contiene una acción que debemos realizar nosotros.
 
Dios nuestro Creador es nuestro Padre y nuestro Rey. Él no tiene necesidad de ningún bien material, pues Él es el creador y dueño de todo. Él es claro respecto a este asunto. Él dijo: "Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud." (salmos  5:12)

También expresó: "Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos." (Hageo 2:8)

Esta expresión “abrir las ventanas de los cielos” aparece muy poco en la Biblia y está relacionada con la obediencia y la bendición. Jesús, nuestro Señor, se bautizó en obediencia a la palabra predicada por Juan el Bautista. Él no necesitaba hacerlo pues él nunca pecó; sin embargo, obedeció.

"Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."  (Mateo 3:16)


Declaración
  Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura

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