Josué 1:3.......Yo os he entregado, tal como lo dije a Moisés, todos los lugares que pisen
las plantas de vuestros pies.
Todas las promesas que son para Israel también podrán ser nuestras por medio de Cristo.
Por medio de Jesús, las promesas fueron dadas a todos los que le han aceptado como su Señor y Rey. El Salmos 8:6 dice: "Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies.” El
Salmos 47:3 observa que "Él someterá a los pueblos debajo de nosotros y a las naciones debajo de nuestros pies."
Efesios 1: 22 dice "y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia."
Iglesia es toda persona de cualquier raza, nacionalidad, pueblo, o lengua que se arrepienta de sus pecados, crea en Jesús como su salvador y lo acepte como su Señor.
Sólo tenemos que buscar cuál sería la condición para que podamos disfrutar de las promesas. En este caso, la condición es "poner las palabras de Dios en el corazón y en el alma... enseñarlas a nuestros hijos y guardar y cumplir todos los mandamientos de Dios." (Deuteronomio 11:18)
Esta promesa en particular se refiere a la conquista de la tierra por parte de Josué. Ya Dios lo había prometido en el libro de Génesis 15:18: "En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates."
Josué era descendiente de Abraham.
Y en Deuteronomio 11:24 dice: "Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio. Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho.”
Cuando la Palabra dice “Todo lugar que pisaren vuestros pies”, se refiere a que llevarán la bendición del Señor, provista por el seguimiento de sus mandamientos, a cualquier lugar al que vayan, y nadie les hará frente, porque el Altísimo pondrá temor sobre sus adversarios.
Declaración
Declaro que soy un redimido por la sangre derramada por Jesús, mi salvador. Me arrepiento de haber ofendido a Dios con mis pecados. Creo que soy parte de la iglesia, por tanto, esta promesa también es para mí
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