Salmo 128:1........Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová.
Esta promesa se cumplirá en ti si tienes "temor a Jehová." El temor a Jehová no es el temor hacia alguna persona que te pueda hacer un daño o quitarte unos beneficios. Más bien, es el temor a defraudar, a quedar mal al ser amado, en este caso Dios.
Es bienaventurado, es decir, bien feliz, el hombre que anda en los caminos de Dios. "Andar en los caminos de Dios" es andar en obediencia a su palabra, imitar a Jesús su hijo en todo.
Para él es la promesa; todo le irá bien en su casa, su esposa es comparada con una vid, una planta que da muchas uvas dulces. Quiere decir que será para el deleite de su esposo.
Nada más agradable para un hombre como el tener una buena esposa, en paz, sin discordias, sin conflictos. La Biblia dice que ese hombre es bienaventurado.
Los hijos del hombre que teme a Jehová serán como plantas de olivo. En la antigüedad, el aceite de oliva era de gran valor, muy apreciado, utilizado en la en la unción a reyes y sacerdotes. Así son considerados los hijos del hombre que teme a Jehová, de gran valor en la sociedad y en el Reino de Dios."
Para un creyente, el temor de Dios es algo muy diferente. El temor del creyente es el reverenciar a Dios. Hebreos 12:28-29 dice, “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.”
Esta reverencia y admiración es exactamente lo que significa el temor de Dios para los cristianos. Este es el factor que nos motiva a rendirnos al Creador del Universo.
Proverbios 1:7 declara, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová...” Hasta que comprendamos quién es Dios, y desarrollemos un temor reverencial hacia Él, no podremos adquirir las promesas para nuestro hogar.
Declaración
Declaro que, a partir de este día, andaré en los caminos de Dios en obediencia a su palabra. No lo defraudaré con mis actos. Todo lo contrario, lo alegraré con mi testimonio, le serviré, estudiaré su palabra y la pondré por obra
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